Ricardo Silva Romero habla sobre Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe y la anatomía de la crisis política colombiana.
El periodista y Life Coach Armando Martí, entrevistando al escritor y columnista
Ricardo Silva Romero.
El 2 de Octubre, los
colombianos salieron a las urnas para refrendar los acuerdos de paz firmados en
la Habana, por parte del equipo negociador del gobierno y la guerrilla de las
FARC, a través del plebiscito. El presidente colombiano Juan Manuel Santos,
encabezó la campaña por el Sí, mientras el expresidente Álvaro Uribe Vélez,
líder del partido opositor Centro Democrático, apoyó el No, que al final se
impuso con el 50.23% de votos, sobre el Sí. Sin embargo, esta cifra solamente
corresponde al 37.43% de los votantes habilitados.
En medio de la
polarización, la incertidumbre y las dudas, por saber si las FARC volverán a la
guerra, si el gobierno reabrirá la negociación y cuáles serán los ajustes a los
acuerdos, debido a este nuevo panorama quisimos
entrevistar al escritor y columnista de El Tiempo Ricardo Silva Romero, quien
indudablemente es una voz inteligente, objetiva y analítica, que puede aportar
luces para orientar a nuestros lectores y a la opinión pública en general, en
este histórico momento coyuntural de Colombia.
Ricardo, para entender los acontecimientos recientes
respecto al Proceso de Paz en Colombia y los resultados del plebiscito, debemos
recapitular y clarificar nuestro pasado político, para proyectar una
transformación hacia el futuro y entender el por qué y el para qué de la crisis
de nuestro presente, ¿cuál considera usted, que ha sido el mejor presidente de
Colombia, basado en su libro más reciente Historia
oficial del amor?
Probablemente sea
Alfonso López Pumarejo en su primer período (1934-1938), pues representaba a
sus electores e intentó reformas bienintencionadas, verdaderamente liberales y
sociales. Ese aspecto de la representación ha sido uno de los problemas
recurrentes en los últimos años de la democracia colombiana, la disociación
política entre el electorado y sus líderes.
Es decir, ¿los políticos no sienten lo que dicen, sino
que son programadores de lo que dicen para alcanzar un fin?
Estoy absolutamente
de acuerdo con eso, incluso pueden ser ambas cosas, los políticos son unos
maestros en la programación de masas, en convertir individuos en masas, pero de
tanto en tanto dejan escapar lo que piensan.
Desde esa orilla de investigación que usted ha
realizado, ¿cuál ha sido el mandatario más incongruente en medio de la locura
del poder?
De los 80 años que
pasan en la novela, quizás Álvaro Uribe Vélez, porque es el único que intentó
quedarse más tiempo en el poder, y que lo logró, y que quizo lograrlo de
nuevo. A diferencia, por ejemplo, de Laureano Gómez Castro, que renunció, o de
personajes como Alfonso López Michelsen, quien trató de volver y no pudo. Uribe
se obsesionó con el poder y con una disciplina de demente congregó y manipuló
las fuerzas para permanecer al mando del país.
¿Y el presidente que pasó someramente por su
mandato?
Todos los presidentes
han afectado de alguna manera el país, todos han dejado una huella para bien y
para mal, especialmente en estas últimas décadas. Para mí, Andrés Pastrana
Arango, aunque fuera necesario en ese punto de la historia, ha sido el más soso,
y creo que fue él quien entregó el país al uribismo, y dio paso a que se
articularan estas fuerzas de derecha. Lo único que podemos agradecer de estos
acontecimientos, claro, es que la derecha haya tomado cara porque en las épocas
de Virgilio Barco y de Belisario Betancur se hablaba de fuerzas oscuras y de
manos negras, pero hoy en día sabemos todos quiénes son las cabezas de la
derecha, y la pelea cada vez se da más por encima de la mesa.
Centrándonos en la política actual Ricardo ¿qué cree usted que sucedió con el plebiscito?
El plebiscito es muy
sintomático de todo lo que nos pasa. Por un lado hay un político enorme, que es
Uribe, que logra reunir voces semejantes para cumplir objetivos a toda costa, y
por otro hay un sector más demócrata y más bienintencionado, en donde acaban
escapando muchos lagartos neoliberales y muchos yuppies vagos que se dan la
buena vida, sin líderes tan fuertes como Uribe. Yo veo que ese es el mayor
problema: por un lado está Uribe, un farsante al que muy pocos le ven las contradicciones
constantes; y en la otra orilla, la que privilegia la democracia con sus
riesgos sobre el populismo que hunde sociedades, hay pocas figuras tan valiosas
como Antanas Mockus, que dejó atrás sus aspiraciones presidenciales con las
elecciones del 2010.
Juan Manuel Santos
terminó en el lado incluyente, el de buscar el diálogo creando espacios de
libertad e igualdad, más acorde a la Constitución que tenemos, pero es una
figura demasiado compleja para hacerle frente a una caricatura como la que ha
hecho Uribe de sí mismo. De igual forma, hay figuras maravillosas e
importantes, como Claudia López o Antonio Navarro, que también son personas
complejas, difíciles de reducir, incapaces de convertirse en personajes de
cómic, y así es menos fácil sacar millones de votos.
¿Cuáles han sido los logros del presidente Juan
Manuel Santos en el proceso de paz?
El presidente Juan
Manuel Santos ha sido el último de esta República Neoliberal que comenzó con
César Gaviria, pero ha aprovechado una oportunidad inesperada para que el país
deje atrás los fanatismos: su pragmatismo que desmonta ideologías es sin duda
un legado. Es Nobel de Paz porque consiguió desfanatizar a las FARC, traerlos
desde su ideología, hasta que aceptaran una Constitución, una economía y unas
reglas del juego claras. No es cualquier cosa desarmar y desmovilizar a casi
diez mil personas después de ser una fuente enorme de violencia en Colombia.
Ojalá este país sea otro y acabe de darse el proceso.
¿Cuál es la salida que usted ve para desenredar el
plebiscito?
El mayor problema de
la política es el distanciamiento entre los electores y sus elegidos:
usualmente lo que les conviene a los políticos no les conviene a los países.
Ahora bien, con respecto al plebiscito, y a la victoria estrecha del no, creo
que esta es una oportunidad clara de lograr que los políticos, por lo menos, se
interesen en la suerte de su pueblo. Es decir, si a los políticos les interesan
las víctimas de Bojaya, el Cauca bajo o el Chocó, van a conseguir un acuerdo de
paz, y no habrá más que discutir.
La mayoría de la población desea que haya un
acuerdo, con algunas modificaciones, pero que haya un acuerdo, y no vuelva a
quedar el país a la deriva, y está por verse –y es la gran oportunidad de
esta democracia- si a los políticos que tenemos les interesa representar a
estas víctimas, a estos ciudadanos que quieren la paz porque la paz no es un
anhelo abstracto sino el derecho a dormir bien en la noche, a no ser
intimidado, a no perder lo trabajado en violencias.
(Espere la segunda parte de esta entrevista, en
donde el escritor Ricardo Silva Romero, nos abrirá su vida interior, revelándonos desde su corazón parte de su ser esencial.)
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