Cortesía Allef Vinicius
Por: Armando Martí
Al nacer en este mundo, los seres humanos entramos en contacto con la energía terrestre, cuya fuente natural es el centro mismo de la Tierra. También, cuando se corta el cordón umbilical que nos unía a nuestra madre biológica, se activa una nueva energía proveniente del universo.
Gracias al poder del espíritu se logran sincronizar el cuerpo, las emociones y la mente para activar la fuerza que nos acompañará a encontrar nuestro destino. Cada uno de nosotros es único e irrepetible. Por lo tanto, nacemos con la capacidad de sobrevivir y resolver los problemas cotidianos de la vida.
Paradójicamente, casi nunca estamos solos. Incluso, para lograr el proceso de gestación fue imprescindible la intervención de dos seres humanos co-creadores de nuestra existencia.
De igual manera, se necesitan más de dos personas para ayudarnos a nacer y, muchas más, al momento de apoyarnos en los caminos de la evolución. Desde esa orilla, comprendemos la importancia de interrelacionarnos los unos con los otros para solidarizarnos, subsistir y aprender a vivir.
En esta nueva dimensión, entramos en contacto con los elementos del aire, la tierra, el agua, el fuego, el tiempo y el espacio que son los vectores experienciales para descubrir el sentido de nuestra misión en el mundo.
Desde la inteligencia y la intuición, podemos ahondar hacia nuestro conocimiento interior, al contestar estas preguntas: ¿quién soy yo? ¿Qué es lo que realmente quiero para mí? ¿Dónde estoy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? Y la pregunta más importante de todas: ¿quién es el que responde?
El proceso de crecimiento personal se inicia cuando nos damos cuenta de que existe en nuestro interior un “sí mismo” auténtico, que le da significado a todo lo que existe.
Madurar implica dejar de huir de la realidad y aceptarnos tal y como somos, comprendiendo, además, que nuestros pensamientos y sentimientos junto con todo lo que vemos, oímos y expresamos, nos pertenece por derecho natural. Por lo tanto, somos capaces desde el libre albedrío de resignificar aquellas creencias y paradigmas que nos impiden alcanzar la autenticidad.
En busca de la autenticidad personal y en pareja
Cortesía Franciele Cunha
Si bien es cierto que existimos a través de la unión en pareja, es importante recordar que el fruto de esa acción sería el resultado del estado emocional y mental de sus progenitores.
Es por eso, que ellos primero deberían conocerse a sí mismos y desde el ejercicio de la individualidad compartida, liberarse de la codependencia afectiva para decidir con conciencia plena el proyecto de traer un nuevo ser a esta vida.
En mi opinión, el amor en pareja es maravilloso en la medida de que esté complementado por una sana interdependencia afectiva, en donde las exageradas expectativas de perfección queden abolidas para dar paso a la aceptación madura del contenido humano. Por eso, insisto, debemos conocernos a nosotros mismos antes de buscar respuestas en los otros.
Ser auténtico es ser congruente, es decir, vivir de acuerdo con lo que se siente, se piensa, se expresa y se hace. Cuando puedes mostrarte tal y como eres, empiezas a liberarte del peso de aparentar y ocultar tu esencia ante los demás para iniciar el proceso sanador de vivir con trasparencia y serenidad.
Nada de esto es fácil, pues el temor a ser rechazado por la familia, la pareja, los amigos y la sociedad impiden que seamos realmente auténticos. Quien es auténtico es dueño de su propia historia y, tiene la capacidad de reescribirla desde la libertad de no seguir mintiéndose a sí mismo.
(https://www.youtube.com/watch?v=NL3yvuegduw&feature=youtu.be)
En ocasiones, al mostramos tal y como somos, nos exponemos a una reacción agresiva de señalamiento y crítica por parte del otro, pues rompemos las defensas de su subconsciente que durante años había usado en forma de un “espejo negro” para esconder sus defectos en los errores de alguien más.
Aprender a vivir con autenticidad es una gran tarea que exige voluntad y ganas de superar las cadenas del autoengaño. Hay personas que prefieren habitar en mundos mágicos para evitar confrontarse con su realidad.
Cortesía Candice Picard
En el caso de la relación de pareja idealizada, sus miembros casi siempre tienen un mismo patrón de comportamiento para intentar “normalizar” sus vacíos interiores no resueltos.
Por esta razón, algunas parejas siguen este modelo de comportamiento: durante los primeros cuatros a cinco meses se dedican a mostrar todas las bondades y virtudes susceptibles de acomodarse a los deseos del otro.
En este estado de “enamoramiento” es usual comenzar a hablar de las cosas mala de su expareja, pero en poco tiempo, aparecerán también sus virtudes y dones que servirán como filtro comparativo con el nuevo amor.
Después, llegan las “confesiones” espontáneas entre ambos que luego serán usadas como munición de guerra cuando surjan los conflictos y los desacuerdos.
Pasado un año, aproximadamente, podrían emerger algunas de las verdaderas tendencias y, en lugar de quitarse esas caretas que les impiden ser libres y felices, terminan atornillándolas mucho más a sus rostros al temer ser juzgados y condenados por su pareja, que quizás tenga mejores habilidades para disimular su misma condición.
Sin duda, este es el comienzo del fin de la autenticidad, pues ambos empiezan a representar una obra de teatro cuyo guión tratará sobre “los enamorados del amor”, en donde sus antagonistas deberían ser la mentira, el orgullo, el miedo y la justificación, pero que en este extraño rol, se fueron convirtiendo en los protagonistas.
Para rescatar este amor de su inmerecida agonía, se necesitará mucha valentía y una gran dosis de sinceridad para reconocer y aceptar los propios errores, al igual que flexibilidad y humildad al momento de aceptarse y aceptar al otro tal y como es.
De esta manera, se puede erradicar el ego para evitar que una de las partes se convierta en el mentor, terapeuta o guía del otro para cambiarlo según sus intereses personales. Por eso, es necesario cultivar la capacidad del sano juicio y el sentido común, con el propósito de aprender a conocerse y volver a construir una relación que esté basada en la autenticidad.
El difícil camino para encontrar el auténtico amor
Cortesía Robin Benad
El auténtico amor no está basado en la perfección y mucho menos en la errada actitud de competir para dominar al otro, intentando tener siempre la razón.
Amar no es condicionar, es comprender, perdonar y conciliarse con el otro. No obstante, sin madurez esto es imposible de lograr. Elige respetar la libertad de tu pareja para evitar que este sentimiento de autenticidad se bloquee.
Nuestra vida tiene muchos caminos, pero todos ellos conducen al encuentro de nosotros mismos, lo cual puede ser una de las experiencias más gratificantes y liberadoras, pero también la más confusa y perturbadora.
Es preferible el dolor de ver al sufrimiento de no querer hacerlo
Cortesía Kasper Rasmus
Lo que más duele en la pareja es la incapacidad de mostrarse auténticamente. El no hacerlo, significa que nunca existió la complicidad ni la confianza para expresar lo que en realidad querían y lo que es peor, descubrir que ella o él se han ocultado la verdad. He visto casos de personas, que vivieron muchos años en pareja sin lograr saber quiénes eran en realidad.
El amor es un lugar sagrado en donde juntos pueden ser lo que quieran, experimentando las cosas que desean por cada uno. En la intimidad, cada pareja es única y allí no cabe la energía e influencia de ninguna otra persona, así sea el mejor amigo o la mejor amiga, que muchas veces, pretende aconsejarles qué hacer con sus sentimientos.
Incluso, un profesional de la psicoterapia tiene sus límites éticos. Sin duda, podrá dar pautas de comportamiento y claves para mejorar la relación, pero desde una orilla muy considerada conservando siempre el respeto por la auténtica y particular intimidad en pareja.
(https://www.youtube.com/watch?v=yL71-ODG_FI&feature=youtu.be)
Recordemos que cada persona es un mundo, pero en la pareja sana se logran integrar ambos mundos para soñar, explorarse, gozar y ser felices. Allí no deberíamos sentir miedo a que no nos amen por lo que somos, pues es una tarea casi imposible convertirse en lo que el otro quiere que seamos.
Un amor con demasiadas condiciones proviene de alguien que no se conoce y tampoco tiene seguridad interior. En realidad, lo más triste es reconocer que ante cualquier frustración o deseo no colmado, probablemente nuestra pareja nos agreda con amenazas de abandono, indiferencia, agresión emocional y el olvido.
La felicidad de ser como soy
Cortesía Filip Baotic
Encontrar el auténtico ser que habita en ti, permite que puedas vivir sin la necesidad de seguir fingiendo lo que no eres para descubrir las razones que te hacen huir del compromiso de asumir un proyecto de vida estable y duradero en pareja.
Dentro de ti habita una persona maravillosa que no necesita construir una identidad basada en el dolor y el sufrimiento. La verdad, por muy dura y dolorosa que sea, siempre será el puente que nos ayude a progresar para liberarnos de los disfraces de la apariencia.
La autenticidad de nuestro ser está compuesta por el amor, la salud y la paz interior. Elige amarte a ti mismo y a los demás, acogiéndolos, perdonándolos y entendiéndolos.
Cuando logro ser auténtico y me libero de mi propio odio, ira y resentimiento, dejo de ser una víctima para castigarme y hacer lo mismo con los demás.
De este modo, empiezo a vivir una vida plena desde la orilla del amor sanador que me permite soltar al ego y a la soberbia, para reconectarme desde la sencillez con mi verdadera y auténtica esencia espiritual.
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