Por: Armando Martí
Los médicos definen el cáncer, como un grupo de muchas enfermedades relacionadas y todas ellas tienen que ver con las células. El cáncer aparece cuando las células anormales crecen y se extienden rápidamente. Las células normales del cuerpo crecen, se dividen y tienen mecanismos para dejar de crecer. Con el tiempo, también mueren. A diferencia de estas células normales, las células cancerosas continúan creciendo y dividiéndose descontroladamente y no se mueren.
Todo exceso descontrola el cuerpo y la mente. Cuando no existe un equilibrio entre el trabajo y la recreación, y entre el amor y la espiritualidad, nuestro cuerpo protesta con manifestaciones psicosomáticas, que van desde las crisis de pánico, fobias y ansiedad, hasta el extremo de afectar el sistema inmunológico, lo que podría conllevar a la aparición del cáncer.
Preocupado y asombrado por las “coincidencias“, de que el propio presidente de la república Juan Manuel Santos, haya sido intervenido de urgencia debido a un cáncer en la próstata y como si fuera poco, el vicepresidente Angelino Garzón está siendo irradiado por un cáncer en la misma zona del mandatario de los colombianos, quise consultar a un experto en las áreas del estrés y las emociones humanas, para entender mejor la relación existente entre la parte biológica y psicológica de nuestras enfermedades.
Para el efecto, entreviste a uno de los mayores y más relevantes personajes, que admiro en el campo del pensamiento y comportamiento humano, cuya amistad a perdurado durante muchas décadas. Èl accedió a orientarme con base en muchas experiencias que durante más de 30 años ha tenido con sus pacientes, gracias a sus conocimientos en el ámbito de la psicoterapia. La única condición para publicar esta entrevista, fue la de no revelar su identidad ni publicar su imagen, y juntos decidimos darle el pseudónimo de: Dr. Richardson.
Armando Martí: Dr. Richardson ¿cómo es posible que una persona pueda generar una enfermedad en su cuerpo: por ejemplo el cáncer?
Dr. Richardson: Cada ser humano se enferma en la medida en que no se conoce a sí mismo, se rechaza y tiene baja autoestima. En el fondo el cáncer, son células que se rebelan por no saber gobernar nuestro cuerpo. Ahora bien ¿por qué nacen las enfermedades? Las enfermedades nacen, por un defecto de la personalidad y una falta en el reforzamiento del carácter, lo que agobia el alma, convirtiéndose en una carga para el cuerpo, también conocida como “patología“.
La patología se forma cuando la consciencia se aquieta, anestesia o adormece, volviéndose inconsciente. Es así, como el cuerpo elemento sabio y creador, se llena de enfermedades y dolencias, las cuales obligatoriamente hacen ver al ser humano quiera o no, tal y como es, prendiendo las alarmas para advertir que somos unos completos desconocidos, para nosotros mismos.
Lo mejor es procurar que el dolor y la enfermedad, no nos angustien, dándole la oportunidad a los momentos de crisis, para ser mejores y a la enfermedad para crecer. Eso no quiere decir, que el hombre tiene que volverse masoquista, pero si realista, maduro y existencial. Nadie está exento de este estado.
Resulta un poco pueril y vanidoso, el pensar que al encontrar a Dios, la paz mental o las diferentes técnicas de conexión espiritual, vamos a ser libres de la esencia humana, porque se estaría hiendo en contra de la ley natural del aprendizaje.
Cada uno es su propio maestro y su propia experiencia, lo demás es suplementario y frágil. Por eso ni los libros religiosos, de autoayuda y técnicos, no son de gran utilidad para nosotros, ya que estamos diseñados para ser alumnos y la vida es nuestro sabio maestro.
A.M: Si debemos convertirnos en los jardineros de nuestras propias enfermedades ¿Cómo aprovechar al máximo esos momentos de felicidad y plenitud que experimentamos en la vida?
D.R: Es importante aprender a gozar cada acto de la vida, sin escudarse en teorías y prejuicios, que impidan poder vivir al cien por ciento y en plenitud los instantes de felicidad, amor y bienestar, presentes en cada día. Al ser humano, no se le puede impedir o reprimir sus instintos y deseos más profundos.
La libertad empieza, cuando hay un desapego a los dogmas religiosos y a la práctica de una doble moral social, en donde nos debatimos entre el placer y la vergüenza, confundiendo lo sexual con lo erótico, lo moral y lo racional. En síntesis la sexualidad hace sobrevivir la especie, a través de la fecundación humana y el erotismo, que nace en la imaginación, y no es otra cosa más que el placer de vivir, aceptando con la naturalidad e inocencia que fuimos diseñados.
Dios nos creó desnudos y transparentes. La pareja era antes formada desde la amistad, amigos que se tenían confianza y se aceptaban tal y como eran. Pero las tendencias monoteístas distorsionaron nuestra claridad, convirtiéndola en pecado, culpa y castigo. Desde entonces, al ser humano le es muy difícil, vivir de instante en instante y tener consciencia de su eterno presente, porque se debate en el resentimiento del pasado y la preocupación del futuro. Esta imposibilidad de vivir feliz y gozar la vida, es lo que a la postre enferma, agrabando los estados cancerígenos.
A.M: ¿Cuál sería la mejor manera de describir la naturaleza del ser humano desde su instinto más animal hasta la conexión más divina con Dios?
D.R: La palabra que mejor encajaría es ambivalencia, es decir tener valencia de dos verdades. En el ser humano no hay verdad absoluta. El hombre como criatura es animal,y como esencia espiritual es dado a la perfección, dándose cuenta de los errores. Ahí está la ambivalencia, la única forma de que cada persona se sienta bien consigo mismo es viviendo, respetando los deseos de cada uno.
Nadie puede decidir en la vida de los demás, esa es la regla fundamental para evolucionar. La aceptación de lo que no se puede cambiar y el valor de cambiar lo que sí se puede, marcan la diferencia entre: el necio y el sabio, por eso vivir es simplemente aprender a vivir.
A.M: Dr. Richardson, a través de la historia de la humanidad casi nunca se han respetado las vivencias y la libertad de los demás, una prueba de esto es la historia bíblica de Caín y Abel y que decir de las guerras mundiales por conquistar territorio o imponer ideologías ¿puede llegar a ser el hombre tan egoísta e intimidante con los demás e incluso consigo mismo?
D.R: Somos la única especie que tiene la capacidad de comunicarse por medio de un lenguaje verbal, por eso a cada creación le otorgamos un nombre. El poder de la palabra es tan contundente, que basta una vocal para dañar un concepto, empezar guerras y acabar con vidas inocentes. Uno no es bueno o es malo, uno es bueno y malo. En cada persona subsisten las dos esencias: la trascendencia y la decadencia, somos imperfectos y redimidos, porque somos animales con necesidades, pero al mismo tiempo unidades espirituales.
A.M: ¿Cómo lograr cambiar o modificar estos comportamientos tan ambivalentes, que paulatinamente nos van alejando de la realidad, nos enferman y debilitan?
D.R: Todo puede cambiar o ser modificado, en la medida que usted lo desee.Cambiar: esa palabra me resulta algo irritable y fuera del contexto terapéutico, emocional y personal. El cambio significa, sacrificarse por otro para ser mejor ¿por qué cambio, si así soy yo? Una cosa es cambiar y otra muy distinta es modificar, el comportamiento o algunos defectos de carácter.
Mi consejo Armando, es que siga siendo el mismo. La esencia del ser humano no es cambiar sino mejorar ¿Cuál es el propósito de cambiar nuestra esencia si en el fondo el ser humano es una especie buena? Lo que debe aprender, es a desprogramar malos “programas“ y reaprender a ser libre, aceptándose repito tal y como es, para poder aceptar al otro de igual manera.
En conclusión se podría decir, que el árbol de la ciencia del bien y del mal, no es otra cosa que el conocimiento de uno mismo y el atrevernos a pensar y a experimentar sería el premio real. Es decir nuestra tranquilidad de llegar a “ser“ tal y como fuimos creados.
El problema es que otros intereses de dominio y control, nos enseñaron que el pecado original era temer ser nosotros mismos y al descubrirnos, nos vendría un terrible castigo. Esos simbolismos metafóricos, son los que hay que revaluar para dejar las cargas psicológicas y familiares de una sociedad reprimida, en donde lo peor que puede pasar es que el hombre realice sus sueños, se vuelva libre, madure y se convierta en un amigo de Dios, quien al ser nuestro verdadero apoyo podría inclusive concedernos el milagro de curar nuestras enfermedades, especialmente la del cáncer.
Ahora ya pueden seguirme en Twitter @armandomarti1
Comentarios