(Incluye ejercicios guiados para su práctica diaria)
Apreciados lectores han sido muchas los
mails que he recibido sobre los diferentes artículos publicados, al final todos
tienen una curiosidad y me preguntan ´´¿Cuáles son algunas de sus
herramientas de desarrollo personal y life coaching, para aplicarla a
crecimiento interior? ´´
Una de mis principales ejercicios es el de
conectarme conmigo mismo, escuchando lo que me dice el corazón y la intuición,
esto lo logro con algunas técnicas de meditación tibetana y dinámica, de esta
forma equilibro mis energías físicas, emocionales y mentales, acercándome a mi
campo de fuerza superior de donde provienen las respuestas que necesito para
orientar mi vida.
La meditación es una antigua
práctica oriental y espiritual, que puede servir para equilibrar
y tonificar nuestro sistema nervioso. Desde los remotos templos
del Shaolin en el Tíbet y la China, se han
gestado las reglas y técnicas, para estas prácticas. Sin embargo, cometeríamos
un grosero error, si consideramos la meditación, como una práctica monopolizada
por las distintas religiones, eso es solo parte de su origen, pero la
meditación es un don maravilloso, que posee el ser humano, para su desarrollo
personal. Todos podemos meditar.
Inclusive en la vieja Europa los galenos de
esa época, aconsejaban a sus pacientes desequilibrados del sistema nervioso, y
afectados por las angustias, a que aprendieran a meditar. Consejos que han
perdurado a lo largo del tiempo, y precisamente en este siglo XXI,
retomaron todo el auge y la importancia, como una solución definitiva para
controlar el estrés, la inseguridad, la angustia, y el “vacío
espiritual“, que caracterizan estos tiempos.
Estudios científicos recientes, han
demostrado, que las personas adultas y adultos mayores, practicantes de la
meditación, son menos propensos a las enfermedades nerviosas, digestivas,
inmunodeficientes, y cardiovasculares, entre otras.
A simple vista parece complicado meditar,
pero como todo lo grande es demasiado sencillo. La meditación que practico desde
hace muchos años, consiste básicamente en dejar por algunos minutos, pasar por
mi mente todos los pensamientos que ella quiera proyectarme, sin controlarlos.
En principio, se puede sentir una gran confusión, pues casi todo el tiempo,
tratamos de manejar nuestros pensamientos, y al dejarlos libres nos damos
cuenta de que muchos de estos, que antes nos producían miedo, con el
transcurrir del tiempo, van perdiendo toda su potencia y fuerza.
Durante el ejercicio imagino, que
mi mente es un cielo azul totalmente despejado, donde pasan nubes grises,
blancas y de otros colores, sin prisa pero sin pausa, se van alejando de
mi cabeza. Cuando he limpiado mi cerebro de todo, visualizo la punta de una
montaña, con un follaje de pinos, árboles, y vegetación, de color verde
natural.
Concentrándome en la cúspide, proyecto mi
energía en ese punto y “siento“ que floto en posición
de loto, mi cuerpo se mueve de izquierda a derecha de acuerdo a las
manecillas del reloj. Con la misma lentitud de los segundos, que contiene un
minuto, produzco esa rotación, respirando lenta y tranquilamente, sin afán,
bajo la conciencia, de que soy yo principalmente quien dejo, que los eventos
externos, las críticas, y afanes de otras personas sean los factores, influyentes
en la aceleración de los nervios innecesarios.
En la meditación, envió frases de paz a mi
mente, algunas que recomiendo son:
- “Si yo cuido de mi cuerpo, lo
protejo, y lo consiento, mi propio cuerpo cuidará de mí, me consentirá y
protegerá“
- “Cada momento que pasa, me siento mejor, mejor
y mejor“ - “Soy consciente, de que puedo cambiar el hábito de
estar y sentirme mal, por el hábito de estar y sentirme bien“
- “Todo pasa, todo es efímero, todo
es provisional, pero lo único que permanece en mi es el amor, el perdón, y la
comprensión hacia mi mismo y los demás“
- “Mi cuerpo es un
instrumento de Dios, por donde pasa su bondad y amor universal“.
Le sugiero al lector, con los ejemplos
anteriores, que cada uno personalice sus propios mensajes, para llegar a los
estados meditativos esperados, anotándolos en una libreta de mano, para después
programarlos en su mente, y recibir inspiración desde su calmado y aquietado
corazón.
Este método de crecimiento personal y
de life coaching, se puede realizar
como una meditación “dinámica“, es decir a cualquier hora del
día, en los trancones de la ciudad, mientras se desplazan en un transporte de
servicio público, caminando entre la multitud, en la sala de espera de un
consultorio médico, o en cualquier circunstancia de modo o lugar,
que altere el sistema nervioso, produciendo inquietud y ansiedad.
Lo anterior se puede practicar día de por
medio, o cada tercer día. Así mismo, la meditación ayuda para no tomar
decisiones apresuradas, pues el éxito de toda decisión consiste en ser
consciente, y responsable de la misma. Debemos procurar no tomar decisiones con
afán y mucho menos improvisadas, puesto que lo que sembramos hoy, es lo que
recogeremos mañana.
Cambiando el contexto del ejercicio, y
si las condiciones lo permiten, podemos procurar un ambiente tranquilo, sin
ruidos, y utilizar algunos sencillos equipos eléctricos, que contienen
varios sonidos de la naturaleza tales como: efectos del agua
fluyendo, olas del mar, el viento, trinos de pájaros,
y hasta la lluvia vivificante, que nos ayuda a limpiar la energía.
No hay cosa más importante, que en algunos
espacios de soledad, donde me escucho a mí mismo y medito, pueda también oír mi
intuición, que viene a través de mi corazón, y la cual casi nunca falla. Recuerdo
las palabras, de quien durante un tiempo fue mi director espiritual, el padre: Fernando
Umaña Montoya, cuando en sus famosos retiros espirituales del Foyer
de Charité, nos enseñó que: “el ruido hace mucho mal y el mal
hace mucho ruido“, y lo he aplicado, evitando personas ansiosas, y
escandalosas, que me quitan equilibrio. Debemos por nuestro propio bien evitar
todo lo que quita la paz.
No se imaginan la sensación de felicidad,
que produce abandonar el deseo de ser “el centro de atención“, erradicando
la soberbia y el ego de nuestra existencias, convirtiéndonos en seres simples,
gozando de la sensación de un beso, un abrazo, de la belleza en el arte, y
especialmente de la conexión con nuestra madre naturaleza, la gran “Pachamama“ que
nos dio la vida, y día a día, nos da su amoroso sustento.
Al terminar la meditación, muy posiblemente
las circunstancias y el mundo, no van a cambiar,
pero indudablemente la actitud frente a los problemas, ansiedad y
estrés, será muy diferente, gracias a la meditación. Si nos enamoramos, del
bienestar que la meditación produce, poco a poco iremos recuperando nuestra
naturaleza esencial, es decir estar conectados a Dios, sintiendo su presencia
que nunca nos abandona.
Para terminar, quiero
dejarlos con un pensamiento de S.S Dalai Lama, uno de mis
maestros espirituales, con quien he tenido la bendición de dialogar
personalmente, y sentir su maravillosa energía de compasión, luz y paz: “Solo
existe dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y
otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y
principalmente vivir“
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