@armandomarti1
“Si nuestra mente se
ve dominada por el enojo, desperdiciaremos la mejor parte del cerebro humano:
la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o mal”.
Dalai Lama
El enojo, esa emoción que experimentamos cuando nos
sentimos atropellados por las palabras o acciones de otros, genera reacciones
tanto físicas como mentales en nuestro cuerpo: desde una aceleración en el
ritmo cardíaco, hasta una amalgama de pensamientos que generan aún más rabia. En
ocasiones se desencadena automáticamente y muchas veces surge sin que
conozcamos la causa real que lo provoca.
El enojo es una expresión del dolor, de emociones no
manifestadas, de culpas. Además oculta la necesidad de manipular a otros y de un
reconocimiento en el que manifestamos ‘superioridad’ ante los demás. El
sentirnos excluidos, engañados o frustrados, hace que este sentimiento se
prolongue.
Pero, ¿qué es lo que esconde tras de sí el enojo? Aunque parezca
una simple reacción natural, esta emoción puede ser una máscara con la que
escondemos algunos de nuestros temores.
Impotencia: cuando no logramos lo que deseamos. Al querer conseguir
algo y ver que no lo alcanzamos, experimentamos un sentimiento de frustración, que
en ocasiones se manifiesta en un acto de
enojo bien sea con nosotros mismos o con algún allegado.
Miedo: percibir un peligro que nos afecta directa o
indirectamente. El temor de no saber cómo protegernos ante el riesgo causado en
determinada situación, genera una sensación de angustia camuflada en la ira.
Inseguridad: carencia de confianza en nuestras capacidades. La falta
de amor propio y los complejos de inferioridad construyen un muro que nos
impide conocernos. La inseguridad crea en nosotros una profunda frustración que
se convierte en enojo.
Incomunicación: falta de interacción con el entorno. La dificultad para expresar nuestras emociones y el temor a ser
rechazados, hace que la ausencia de comprensión del otro genere en mí un
sentimiento de ira.
Dolor: sentimiento de pena y tristeza. El dolor causado por una
situación de desesperanza nos ahoga en el sufrimiento, al ser incapaces de
reconocer y expresar el dolor que sentimos, nuestro inconsciente lo disfraza y
convierte en enojo.
Decepción: insatisfacción generada por la pérdida de esperanza en
algo o alguien. Cuando tenemos expectativas y estas no brotan o esperamos algo
y no sucede perdemos la paciencia, por eso expresamos nuestra ira como reacción
a esta frustración.
El ejercicio de reconocer cada una de nuestras
inseguridades, trabajar en ellas y cambiarlas, nos convierte en personas cada
vez más capaces para enfrentar cualquier situación sin llegar al enojo. Por
ello, en las sesiones de Life Coaching y expresión de sentimientos que realizo
con mis clientes, una vez manifestado el enojo física y emocionalmente, se logra
habilitar un campo de dominio de sí mismo en donde se pueden analizar las
situaciones que nos llevarían a reaccionar de esta manera, controlando los impulsos
y encontrando nuestra paz a través de un viaje interior en el que nos aceptamos
tal cual somos y con la posibilidad de convertirnos en una mejor versión de
nosotros mismos.
“Vivir, es aprender a vivir”, esto implica reconocer y
resolver los problemas cotidianos desde una actitud diferente, al elegir bajo
nuestra entera responsabilidad el estar y sentirse bien o el estar mal y
sentirse peor.
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