No soy yo, ¡eres tú! Las relaciones tóxicas desde las etapas del amor


Es normal que existan problemas, diferencias y obstáculos en las relaciones de pareja, lo anormal sería que no existieran, sin embargo, si se llega a una racha de situaciones negativas y conflictos constantes hay que estar en la capacidad de reaccionar y evaluar aspectos tales como, discusiones repetitivas que se salen de control, mayor sufrimiento que felicidad y más actitudes negativas que positivas. Si estas características están presentes en una pareja definitivamente es una relación tóxica.

Las constantes peleas que parecen nunca terminar poco a poco se convierten en un círculo vicioso y crean una rutina de competitividad íntima, lo peor, es que parece imposible ponerle fin a este tipo de relaciones. Poco a poco se genera una dependencia emocional al normalizar situaciones de dolor, creyendo que no se puede vivir sin el otro, convirtiendo así el sufrimiento en rutina -en psicología se denomina relaciones patológicas a este tipo de vínculos-.

Es común que las relaciones tóxicas en su mayoría no tengan profundas bases, estabilidad y tampoco momentos naturales de felicidad. Esta limitación se da por un bloqueo producto de personalidades adictivas con tendencias a apegos emocionales sin lograr reconocer la obsesión en la que están inmersos. Surge entonces, una mala gestión de la afectividad e inteligencia emocional, en la que los miembros de la pareja generan situaciones frustrantes y agobiantes día a día, ya que cada uno deja sus expectativas personales en manos del otro, adquiriendo de esta forma un estado de completa vulnerabilidad emocional.

Esta problemática radica en que la persona evade la responsabilidad de su propio bienestar, pues ha adquirido una codependencia que no le permite adoptar una individualidad ni mucho menos una libertad personal, programando inconscientemente su cerebro para cometer los mismos errores una y otra vez (auto-sabotaje). Es en este punto en el que la persona se ha convertido en la principal víctima de su despersonalización, falta de voluntad e incapacidad para decidir por sí mismo.

Estos desequilibrios afectan los tres ejes del amor que necesita desarrollar el ser humano a lo largo de toda su vida; el Eros, el Filios y el Agape.

El amor Eros es el amor de pareja, de romanticismo y deseo, está basado en la satisfacción sexual y en la atracción física. El amor Filios hace referencia a lo fraternal y a la amistad, es un amor para compartir con todos, requiere de cariño, paciencia y apoyo. Finalmente el Agape proviene de la fuerza divina y sobrenatural, es la conexión más profunda de los tres amores pues involucra el corazón, la mente y la voluntad, con este amor no se espera nada a cambio, por el contrario se siente una plenitud de paz y serenidad.

Ahora bien, ¿Cómo se relacionan las relaciones de pareja tóxicas con los amores Eros, Filios y Agape?

Podríamos entonces deducir que el amor Agape es de índole personal, el Filios familiar y el Eros de pareja, pero no es así. Los tres amores son fundamentales en una relación íntima, ya sea de novios o esposos y aunque el Eros es el amor que está destinado únicamente a la vida en pareja, en ella, también es fundamental e incluso más importante la construcción del amor Filios y Agape.

El amor Eros es lo que popularmente se conoce como “química”, es instantáneo e inestable, como una llama de fuego, se puede mantener pero su inicio es automático. Es como una ráfaga de energía que hace sentir “completa felicidad” a la pareja, sin duda, es fundamental para lograr una relación íntima pero lamentablemente no es constante ni duradero, pues basa su fuerza en el impulso básico sexual, de atracción, curiosidad y en la incertidumbre de conocer al otro. Este amor surge fácilmente y puede ser muy efímero si no se desarrolla en conjunto con el amor Filios y Agape.

La armonía de una relación de pareja depende profundamente del fortalecimiento continuo de una amistad, basada en la sinceridad, comprensión y diversión. Desde esta construcción es ideal sentir seguridad y amor tanto en el sexo o actividades de ocio (cine, vacaciones, salidas a comer, etc) como en situaciones de rutina o de conflicto. La amistad verdadera proviene del amor Filios y ayuda a entender al otro como un ser que comete errores, alejando ese deseo de idealización y exageradas expectativas por encontrar la perfección en nuestra pareja.

Cuando hay complicidad mutua es más fácil aceptar al otro tal y como es, sin pretender cambiar sus actitudes, paralelamente fluye también un amor incondicional con disposición para una mejora continua, el cual surge por iniciativa propia y no por reclamos e inconformidades de la pareja.

Ya explicado el amor Filios se puede comprender su importancia en una relación íntima, pues las parejas que no desarrollan este amor terminan muy pronto la relación al convertirla en tóxica. El amor Filios beneficia la convivencia y ayuda a mantener una relación estable y madura para lograr un despertar esencial hacia al descubrimiento del amor Agape.

Todas las relaciones que llegan a estar inmersas en círculos negativos han debilitado su amor Filios, pero también han obstruido su amor Agape, pues si cada uno no ha evolucionado espiritualmente de forma individual y no ha fortalecido su interior, al unirse van a generar un vínculo desde el vacío afectivo, ejerciendo paralelamente una pésima gestión emocional caracterizada por el ego, el dominio y control sobre el otro.

Para concluir, vale la pena enfatizar que la principal causa de una relación tóxica es la persona, como individuo, pues sus carencias emocionales son descargadas en el otro, ya que hay un grado de superficialidad y temor al cambio, se identifican allí los actores dañinos que perjudican con su energía la relación y los pasivos que son incapaces de salir de ella (Victima- victimario, juez-jurado y verdugo). En definitiva, detrás de cada relación tóxica hay dos personas disfuncionales que necesitan conocerse a sí mismos y buscar una ayuda profesional con herramientas confiables como las del Coaching Essencial y de vida para lograr evaluar su interior y corregir los defectos de carácter que impiden una relación de pareja sana, natural, vital y equilibrada. 


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