Después de sorprendernos con su clara y contundente
posición sobre la historia socio política de Colombia, haciendo referencia a
los ex presidentes del país, asì como también su tesis acerca del proceso de
paz encabezado por el presidente Juan Manuel Santos y las FARC, en esta segunda
entrega, queremos revelarles el peculiar y sorprendente mundo interior del
escritor Ricardo Silva, autor de obras literarias como Érase una vez en Colombia, El libro de la envidia e Historia oficial
del amor, las cuales con toda seguridad deben tener en su biblioteca.
Pasando de la esfera
política y adentrándonos más en su interior, díganos ¿quién es Ricardo Silva
Romero?
Yo siempre he tenido muchos problemas para saber
quién soy, pero he tenido una manera de resolver la duda y ha sido definiéndome
por los roles que desempeño. Es decir, yo soy el hijo de Eduardo y de Marcela,
soy el esposo de Carolina y uno de los papás de Pascual e Inés. Soy un hombre
que tiene unas funciones y unas competencias muy claras porque estoy con ellos.
De resto soy un escritor y soy y estoy en los textos que escribo. Ese trabajo
me permite descubrirme, articularme, resolverme e investigarme.
¿Cuál es el principal
rasgo de su carácter?
Una disciplina interior, a la manera de un monje
empeñado en contenerse, que me hace ver la vida más o menos como una
coreografía. Tengo una autoridad allá adentro que me permite tener una guía de
lo que debo hacer en el día: levantarme a cierta hora, alistar a los niños,
desayunar, trabajar, estar pendiente de las personas que me tocaron en suerte.
¿Cuál considera usted
que es su principal defecto?
Mi temperamento: soy una persona dramática, es
decir, yo pienso desde mi intuición que las cosas pasan por algo y para algo. Y
ese pensamiento dramático, más que mágico, me hace sufrir y de tanto en tanto
me hace bordear la paranoia, pero logro contenerme, creo. Tiendo a no hacerle
daño a nadie que no sea yo, pero hacerse daño no es una cualidad propiamente.
¿Prefiere escribir
desde el silencio interior o el ruido externo?
Uso ambas, puedo vivir con el ruido exterior pero no
me tortura. Por ejemplo, escribo de vez en cuando con mi hija de una año y
medio en mis piernas. Cuando estoy en silencio, no necesariamente soy más
productivo, puede que me funcione un día como puede que al siguiente esté
inmerso en el ruido. Ninguno de los estados garantiza la productividad. Es
cuestión de encontrar momentos de conexión con lo que tengo que hacer.
Usted tiene una
biblioteca muy amplia y variada,
¿considera que los libros son un medio para encontrarse o huir de sí
mismo?
Leer es muy parecido a escribir. Los libros, los
escritos o los leídos, tienen las palabras que me permiten articular sospechas
sobre la vida y organizarlas, ponerlas en orden como sembrándolas. La escritura
me ayuda a precisar, creo, pues más que todo parezco un investigador al cual le
interesa descubrir en el proceso algo que no había entendido.
Ricardo ¿cuál es su
autor favorito?
Mi autor favorito es Alejandro Dumas por haber
escrito El conde de Montecristo.
¿Y su superhéroe
favorito de la infancia?
Curiosamente el primer superhéroe que me interesó es
uno que pasó muy pronto al olvido y es Súper Ratón. Después vinieron Mafalda y
Astérix, es decir, a mí siempre me llamaron la atención más las historias que
fueran en chiste. Y creo que sigue siendo así.
Ahora bien, si usted
fuera un superhéroe ¿cuál sería? Y de uno a diez ¿cuanta energía de su vida ha
empleado en serlo?
Preferiría ser un superhéroe casero, y no sé si los
haya ya, porque me daría pereza y pensaría todo el tiempo en que resulta inútil
salir a combatir el mal, ponerse el traje forrado y estar a dieta
constantemente. Por otra parte, de uno a diez he empleado diez de mi energía en
cumplir este papel, el de un cuidador de mi casa, porque para mí es lo más
importante que funcione mi familia.
Imagine que es un
animal ¿cuál sería? Y de uno a diez ¿cuanta energía de su vida ha empleado en
serlo?
Yo soy un perro ovejero de apartamento, tranquilo y
leal, que ayuda a cuidar, pero a los de esta casa nomás. De uno a diez le he
gastado diez porque ha sido una de las cosas a las que más me he dedicado en la
vida, a acompañar y proteger a la gente que me tocó en suerte.
En breve ¿qué objeto
o cosa sería? Y de uno a diez ¿cuanta energía de su vida ha empleado en serlo?
Probablemente sería un abrigo pesado de esos que
duran y se heredan. He empeñado siete de mi energía porque siempre me ha
interesado hacer cosas que duren, que tengan una funcionalidad y les sirvan a
personas adultas y jóvenes, de cualquier edad.
¿Qué hábito ajeno no
soporta?
Me molesta mucho la envidia que consigue hacerse
pasar por justicia. Me molesta mucho la arrogancia de quienes se creen más
estudiados, más dueños del lenguaje que los demás.
¿Qué cualidad aprecia
más en el ser humano?
Me sorprende mucho de alguien la generosidad, pues
es un acto inesperado en un mundo tan dado a la mezquindad. Cuando el uno tiene
la capacidad de celebrar al otro por lo que es me parece que el ser humano da
su mejor cara.
¿Qué espera de sus amigos?
De mis amigos yo usualmente espero sentido del
humor. La conexión con mis amistades ha sido siempre esa: soy amigo de personas
que me hacen reír, y un amigo nuevo es un humor nuevo que me encuentro, y ha
sido así desde los cinco años.
Finalmente, ¿cuál es el
lema de su vida?
Yo tengo un papelito amarillo de esos, un post-it,
donde anoto todas las ideas según el orden en el que voy a escribirlas: cuando
estoy en el lado positivo del péndulo, en un momento de optimismo en el que
todo parece en su lugar y no me menosprecio ni me desprecio, sino que me siento
la persona que soy, la frase que siempre aparece en mi cabeza es: “No me va alcanzar la vida para las ideas
que tengo”. Si estoy pensando eso es que estoy pasando bien.
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