Por: Armando Martí
El cerebro humano sintetiza la
grandeza del hombre, un submundo lleno de energía, información, pensamientos,
imágenes y recuerdos, que develan dimensiones donde se almacena el conocimiento
para el despertar auténtico de cada persona. Estamos familiarizados con la
mente consciente (razón y lógica), pero también confluyen dentro de nosotros el
subconsciente (emoción, deseos y gustos) y el inconsciente (zona primitiva
donde se almacena el aprendizaje de las generaciones). Para tener acceso a
estos niveles profundos del ser, se ha empleado la hipnosis como una herramienta
que permite ir más allá de lo evidente.
Las primeras manifestaciones de esta
práctica se dieron entre los hombres prehistóricos, quienes a través de cantos
misteriosos, bailes, ritos y palabras, llegaban a insensibilizarse del dolor,
dominar el cansancio y sanar trastornos del espíritu. El término hipnosis,
tiene su raíz en la mitología griega, pues hace referencia a una deidad menor llamada
Hypnos (personificación del sueño) quien
tenía un gemelo Tanathos
(representación de la muerte no violenta), ambos eran hijos de Erebo (sombra) y de Nix (noche), estos hermanos pertenecían a las oscuridades
subterráneas, por eso vivían en una cueva. Hypnos
se casó con las Gracias (diosas del
encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y fertilidad) y tuvo
mil hijos de los cuales Morfeo
(inducía sueños donde aparecen humanos), Fobetor
(generaba sueños de espanto con animales) y Fantasos (producía sueños de fantasías y seres inanimados como
árboles, plantas, agua, rocas, etc.), heredaron el poder sobre la mente.
Sin embargo, en Egipto se usaban
procedimientos hipnóticos con el fin de curar los males, como quedó registrado
en el famoso Papiro de Harris o el Papiro de Ebers hace tres mil años antes
de Cristo, un documento donde se exponen diferentes técnicas utilizada por los
adivinos egipcios muy similares a las actuales. Más adelante, alrededor del
siglo XVI, Teofrasto Paracelso un alquimista, filósofo, teólogo y médico suizo,
aseguró que existía una relación oculta entre el universo (macrocosmos) y el
hombre (microcosmos), si por alguna circunstancia esta interacción se veía
afectada surgían las enfermedades, trastornos del humor o desarmonías
energéticas. Fue entonces cuando a través de la estimulación de estados
profundos en el hombre (hipnosis), logró
sincronizar y alinear nuevamente estos dos elementos, llamando a este método “curación por simpatía magnética”.
Influenciado por estas
revelaciones, el médico Fran Antón Mesmer en 1773 renovó la técnica y la nombró
“Cura Magnética”, donde por medio de
la sugestión junto con imágenes e imanes, inducía a las personas a una fase alterada
de la mente, mejorando los síntomas físicos y emocionales del paciente.
Posteriormente, Sigmund Freud hizo uso de la hipnosis para tratar los casos de
histeria y de allí surgieron también los cimientos para el psicoanálisis, pero
fue Milton Erickson que sentó las bases de la psicoterapia breve a través del
hipnotismo, pues consideraba que el inconsciente tenía los recursos suficientes
para resolver la problemática de cada individuo.
La hipnosis es una vieja ciencia al servicio de una
nueva humanidad, que se ha reinventado constantemente con el paso del tiempo, sobreviviendo
a sus peores detractores. Lo que está claro es que el adecuado uso de este
instrumento, permite acceder a planos intangibles del ser por medio de estados
de trances profundos que al darles luz, son la clave para la transformación
interior.
Comentarios