Fotografía: Armando Martí
Por: Armando Martí
Desde las civilizaciones
ancestrales, los símbolos han sido utilizados como instrumento para comunicar
mensajes a un nivel inconsciente, pues se accede a nuevas dimensiones de
conciencia, reconectando con la sabiduría de la naturaleza. Uno de los más
importantes, es el círculo del latín circulus,
que es el signo de la totalidad, lo sagrado y la perfección; no tiene principio
ni fin, es eterno, constante y con su forma envolvente representa protección.
Diversas culturas lo adaptaron por su inmenso poder y fuerza mágica. Por
ejemplo, el scutum fidei de la
Santísima Trinidad, está formado por tres círculos externos que son el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, unidos a uno central que es Dios.
Por otra parte, los hindúes y
budistas, plasmaron en la rueda de la vida el nacimiento, la muerte y la
reencarnación, que gira de manera interminable y armónica, debido a que el alma
al ser energía, es infinita. Así mismo, en la práctica Zen es señal de
iluminación y los mandalas aluden a la relación íntima entre el hombre y el
universo, formando un círculo místico. A diferencia de los egipcios y griegos,
que a través del Uróboros, la
serpiente que se muerde la cola, crearon una alegoría para mostrar la unidad de
las cosas materiales y espirituales, que se transforman ilimitadamente en un
ciclo de destrucción y creación. En las tradiciones helenísticas y romanas,
mostraban al dios del tiempo llamado Eón, en un círculo que contenía el cosmos entero
y las doce constelaciones del zodíaco.
El lenguaje simbólico es una forma
de relacionarse con el mundo espiritual, un encuentro entre lo divino y lo
mortal, por medio de la integridad rítmica que hace girar a la naturaleza
entera en un centro absoluto, contenido en las demás formas. La redondez,
también está en las células y átomos del cuerpo humano, en lo masculino
representa la chispa de la vida (espermatozoide) y en lo femenino es la matriz
de la creación, el acogimiento y el hogar (óvulo / útero).
De esta manera, el círculo se ha
empleado en ritos y ceremonias para estabilizar, resguardar y unificar la
esencia del hombre con el Creador, de ahí que su uso sea común en templos o estructuras
arquitectónicas y en piezas como anillos, collares, cinturones, escudos y
brazaletes, que sirven de talismán para la estabilidad, el bienestar y contra
ataques psíquicos, hechizos e intenciones negativas de enemigos que conspiran
para hacer daño. A continuación algunos figuras circulares de gran relevancia
histórica:
1. El círculo alado: es la
pareja cósmica entre el cielo creativo y la tierra fértil. Para los egipcios el
sol naciente, el dios Ra, la resurrección.
2. Dos círculos gemelos: principio masculino y femenino, la sabiduría y el amor. La dualidad
de la naturaleza, lo primitivo.
3. Tres círculos unidos: la tríada, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para los cristianos.
Brahma, Visnhu y Shiva para los Hindú. Isis, Osiris y Horus en el antiguo
Egipto.
4. Círculo en llamas: es todo
aquello que evoluciona, produce energía y da luz.
5. Círculos concéntricos: representan los niveles de desarrollo y evolución de la conciencia
del ser. Perfeccionamiento y equilibrio.
“Todo lo que sale del hombre, regresa al hombre”, esta ley del círculo que rige al universo, es la
base de los pensamientos, palabras y acciones cotidianas del ser humano. Dada la
sincronicidad de las frecuencias energéticas de la Tierra, que nos conectan a
todos en una misma vibración, debemos entender que las experiencias son
necesarias para completar el círculo de la vida. Nada es casualidad, más bien
Diosidencia.
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