Fotografia: Armando Martí
Por: Armando Martí
Muchos gobiernos han utilizado el
ocultismo, una combinación de prácticas misteriosas, relacionadas con la magia,
el espiritismo, la alquimia y la nigromancia, para dominar los secretos de la
naturaleza, los dones del ser humano y así afianzar su poder. Prueba de esto,
fue el nazismo que se originó desde el pensamiento esotérico hasta consolidarse
como una fuerza política.
Desde su juventud en Viena, Adolf Hitler leía
acerca de una civilización pura e incorrupta en la revista “Ostara" fundada por un ex fraile llamado Jörg Lanz von
Liebenfels, quien fue considerado uno de los primeros influenciadores de la
mente de este dictador. Más adelante, conoció a Rudolf von Sebottendorff un
estudioso de la cábala, la alquimia y practicante del ocultismo, fundador de la
Sociedad de Thule en Múnich, una secta caracterizada por el antisemitismo y
racismo, hacia ciertas creencias e ideologías.
Thule hace referencia a la civilización de la Atlántida
considerada la “cuna de la raza aria”,
una especie superior y avanzada en los diversos planos del Universo. Hitler
contaba con unas aptitudes casi hipnóticas de orador y comunicador, que
aprendió con el mago, vidente y astrólogo Erik Hanussen y junto a sus
habilidades como organizador, logró convertirse en un líder visible para
comandar la causa de empoderamiento sobre los pueblos en la Tierra.
La Sociedad de Thule se convirtió después
en el Partido Nazi, dirigido por Hitler y otras figuras del régimen como Rudolf
Hess, Joseph Goebbels y Reinhard Heydrich, quienes siguieron la doctrina de
destacados miembros como Johann Dietrich Eckart gran creyente de las sesiones
espiritistas, que decía: “Yo he iniciado a Hitler en la
Doctrina Secreta, he abierto sus centros de visión y le he proporcionado los
medios para comunicarse con los poderes”. De este modo, entre exhibiciones paranormales, escritos mítico-esotéricos,
magia, astrología y videncia, se gestó un sistema de consulta reservado e
incógnito, que guió el curso de la guerra.
Con el fin de fortalecer la doctrina
nazi, los miembros crearon una serie de ritos y ceremonias, para exaltar los
símbolos de protección, poder, abundancia y seguridad. Por ejemplo, el saludo “Heil” proviene de la runa de la
victoria, la cruz gamada o esvástica derivada del idioma sánscrito significa
bienestar y éxito, mientras que la runa Tyr
o Kampf era empleada para el liderazgo
de la batalla. También formaron un cuerpo élite conocido como la SS, la orden
negra o el sol negro, inspirado en la antigua comunidad medieval de los
Caballeros Teutónicos y se ubicó en el castillo de Wewelsburg en Westfalia, un bastión
místico de la dictadura. Ellos a su vez, llevaban signos como la runa de Hagal muestra de su fe imperturbable y
la runa Toten o de la muerte, utilizada
en documentos oficiales y en las lápidas de sepultura.
El año pasado en República Checa,
encontraron una colección de 13.000 libros sobre ocultismo, hechicería y juicios
de brujas, reunidos por Heinrich Himmler “el
mago negro” de Hitler y comandante de la SS durante la Segunda Guerra mundial,
que ratificaron estas prácticas. Por las ansias de alcanzar una supremacía
racial, se cometieron atrocidades y torturas desgarradoras que generaron miedo,
dolor y muerte. El ego siempre ha sido el peor consejero de los gobernantes, pues
los lleva a una obsesión delirante que acaba en la ruina personal y moral …
Esta es en realidad la ilusión del poder.
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