Por: Armando Martí
Es fundamental para mejorar nuestra
calidad de vida, aprender a confrontar la realidad así sea difícil. Esta
actitud es lenta pero se sostiene en el tiempo. Muy diferente a lo que enseñan
en los talleres de fin de semana, que están cargados de promesas exageradas y
sobreinformación “auto-superativa”, en donde las
personas logran anestesiar sus miedos y mimetizar sus problemas más profundos,
evadiendo el proceso de rehabilitación interior.
A
través de la resignificación de nuestro origen, al erradicar los paradigmas de
la culpa, el pecado y el miedo, podemos empezar a remplazarlos por actos de
responsabilidad personal, familiar y social. Desde esta orilla el camino se
vuelve más confiable y beneficioso, enfocado en la recuperación, un estado que
nos permite recobrar todo aquello que se fue perdiendo en la carrera del tiempo
por acumular fama y reconocimientos externos. Ahora ya no buscamos la
perfección pero sí la serenidad, la disciplina y el compromiso interior, para
gozar la calma que produce la armonía de estar en paz.
Por experiencia en mis
intervenciones de Coaching Ontológico, compruebo que esas exageraciones
espirituales empeoran la sanación integral, pues desde el ego se utiliza
el nombre de Dios y lo que es peor, paulatinamente vamos perdiendo la fuerza de
la fe y la esperanza, por buscar caminos light y creer que somos más
inteligentes que el Creador. La humildad y la paciencia, así como la ausencia
de deseos materiales, son las mejores brújulas para encontrar en nuestro “Viaje Interior”, el sosiego y la felicidad de
acercarnos de manera auténtica y consciente a nuestro origen Divino.
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