Tu Viaje Interior: reflexiones para un nuevo camino



Por: Armando Martí

Durante años he tratado de entender el origen de algunos estados emocionales adversos como la ansiedad y la angustia existencial, que bloquean las metas y objetivos de las personas. De ahí, que como apasionado investigador del comportamiento humano, haya incursionado en diferentes áreas humanísticas como la Logoterapia, la PNL y la Terapia Estratégica Breve, para gestionar estos aspectos de la mente y el espíritu, con el fin de ayudar en la búsqueda interior de cada asesorado. Así mismo, he podido desarrollar un software interactivo para el aprendizaje sistemático del control de las emociones llamado Trascendenz/Q. Hoy desde estas herramientas quiero compartir algunas hipótesis esclarecedoras, que me han ayudado a orientar las tres preguntas más relevantes, que como Coach de Vida planteo en mis consultas: ¿quién eres? ¿Qué es lo que verdaderamente quieres? Y ¿cómo lograrlo?
Todo se sintetiza en el temor y la intranquilidad que sentimos al experimentar una sensación latente de vacío y separación, como si “algo” nos faltara. Esto es normal, teniendo en cuenta que desde el nacimiento y a medida que vamos creciendo, el ser humano percibe la necesidad de cumplir las expectativas de los demás, con el fin de asegurar el afecto. Después de permanecer nueve meses en el útero de la madre, esta brinda al hijo no solo un amor incondicional sino también protección, seguridad y cuidado. Por otra parte, el padre exige una serie de logros y éxitos, para sentirse orgulloso y satisfecho del liderazgo sobre el hijo, haciéndolo merecedor de su amor.
Al habitar en una sociedad patriarcal, creemos que debemos hacer lo correcto para ganar el amor, la atención y el respeto de los seres queridos. Dentro del proceso de madurez, necesitamos buscar una independencia emocional, que habilite un despertar espiritual hacia la naturaleza esencial proveniente de Dios, un Creador amoroso, amable, justo y misericordioso, que lo único que nos exige es una auténtica aceptación de nuestra condición humana, con dones, talentos, defectos y cualidades. De esta manera, ya no lo percibimos a Él como algo externo, pues se convierte en un puerto seguro donde encontramos serenidad, paz y coherencia, dejando de lado la noción de sentirnos abandonados y castigados. Para esto, es fundamental desprenderse con amor del sustento vital de la madre y con estas nuevas alas, superar las exigencias y el reconocimiento del padre, venciendo el temor a Dios y uniéndonos a su energía sanadora. 

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