Por: Armando Martí
En nuestra búsqueda espiritual, siempre estamos acompañados de tendencias adversas y hábitos mal sanos que suelen dominar la mente, creyendo que las satisfacciones temporales son importantes. Una de las grandes alegrías en la vida, es encontrarse a sí mismo y ayudar a los demás en ese proceso de Viaje Interior, compartiendo las experiencias y recursos personales; así lo hago con mis asesorados desde la orilla de la trasparencia.
Llegué a creer que en algunas de
las historias protagonizadas durante mi vida, lo principal era la fama, el
reconocimiento, el poder económico y el control sobre los demás, pero
después de muchas caídas, fracasos, decepciones y pérdidas afectivas, aprendí
que no necesito de la aprobación social o familiar, ni tampoco mendigar amor y
mucho menos ocultar mis defectos de carácter a través de máscaras. Hoy
tengo la capacidad de aceptar y cambiar el papel de víctima por el de
un adulto responsable, corrigiendo con voluntad y entusiasmo
mis falencias, dándole prioridad al sosiego interior, como fruto de un
profundo examen de conciencia, que habilita una mejor relación con mi Poder
Superior.
Expresar la fuerza del amor con simples actos me ha
permitido renacer, clarificando mis anteriores espejismos. El ego y la vanidad
ya no me someten como antes, pues sé quien soy. Mi raíz biológica es la
tierra y por eso me gusta experimentar y descubrir nuevas cosas, pero mi
esencia es espiritual, es decir, vivo para cuidar de mi cuerpo y sanar las
heridas, como resultado de un auténtico vínculo con mi Padre Celestial.
Ahora
solo busco una relación armónica y amigable con mi Creador, soy mi propio
gestor emocional, es decir, el padre y la madre de mi destino en el eterno
presente, libre de creencias y culpas que impedían mi crecimiento de forma
vertical, enseñándome a valorar el recorrido horizontal, siendo dueño de mi
centro interior que me ayuda a evolucionar hacia un futuro
multidimensional.
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