Por: Armando Martí
Las personas son capaces de establecer una relación entre la mente, la creatividad, la experiencia y las vivencias, para desarrollar diferentes niveles de consciencia, accediendo a todo el potencial emocional y psíquico. Dentro de esta escala se encuentra la consciencia sublime una unión sin separación de lo absoluto con toda la creación. Este concepto es la base de las enseñanzas del maestro espiritual Gustavo Adolfo Rol, un italiano dotado de diversos talentos que él definía como “posibilidades” de una misma realidad.
Este multifacético hombre (abogado, economista, biólogo, laico y monje), amante de las artes, la música y la pintura, fue uno de los místicos más reconocidos del siglo XX en Europa, muy sensible, introvertido, intuitivo, inteligente, brillante y de una curiosidad insaciable que lo impulsaron al descubrimiento de lo paranormal. Su mayor aporte, es la inspiradora teoría de la “ley” que descubrió mientras tenía una baraja de naipes y se preguntó: “¿por qué no sería posible conocer el color de un naipe cubierto?”. Después de varios intentos, un día mirando el arcoíris, llegó a la conclusión de que el verde era el color central que mantenía unidos al resto de los colores y decidió medir la vibración del mismo, las cuales coincidieron con la quinta musical y con un cierto grado de calor. Fue a partir de este principio que pudo empezar a ejercer sus dones extraordinarios, pues obtuvo una condición que favorecía la sensibilidad y percepción hasta llegar a un estado integrativo en el cual afloraban los poderes psíquicos.
Al parecer las “posibilidades” de Rol iban desde la lectura de libros cerrados a viajes en el tiempo (pasado/presente) y la adivinación selectiva (visión del interior del cuerpo humano). De igual manera, era capaz de influir dinámicamente sobre la materia, mover a distancia objetos de cualquier género (telequinesis), materializarlos y desmaterializarlos, sabía prever los eventos futuros, leía el pensamiento (telepatía), era capaz de curar personas o encontrarse en dos lugares simultáneamente (bilocación); podía atravesar superficies sólidas como paredes, proyectar a distancia figuras y escritos. Durante sus experimentos, también se verificaban mensajes de espíritus según los restos psíquicos dejados por el difunto en el momento de la muerte, pues para Rol cada cosa tenía un espíritu (esencia), pero el del hombre es un espíritu inteligente por las posibilidades superiores que la naturaleza le otorga.
Así lo aseguran varios testigos que participaron de sus experimentos como Arturo Bergandi, hombre de confianza de Rol durante varios años: - “¡Cuántas cosas sucedían en aquella casa! A veces, mientras el doctor intentaba pintar, veía correr por el suelo de las habitaciones grandes canicas de acero que saltaban y bajaban de los sofás y las butacas. De todas formas ya estaba acostumbrado a todo, pero esto me asustaba. Corría a pedirle ayuda al doctor, que, imperturbable, seguía pintando: “Ah, sí”, me decía, “no es nada, Bergandi, significa que no estamos solos, no tema”. Y entonces todo volvía a la normalidad.-”
A pesar de su prestigio y profesionalismo, Rol mantuvo un perfil bajo y reservado para no tener la exagerada atención y expectativa de los medios de comunicación. En la actualidad es recordado como un ser con una luz interior que ayudó a confirmar la presencia de Dios en una época de gran materialismo y de motivar a cada hombre a emprender su propio camino de búsqueda espiritual, con el propósito de alcanzar estados superiores de la consciencia sin orgullo ni arrogancia.
En sus charlas Rol hacia énfasis en que algunos médiums, magos, cazadores de fantasmas, supuestos curanderos, psíquicos, videntes, channeling y sanadores, por falta de preparación no podían renunciar a sus grandes egos, insistiendo en manipular estas fuerzas que en realidad no entienden. El auténtico maestro espiritual debe entregarse de forma humilde y compasiva al servicio de los demás, por eso advertía que el uso de las facultades paranormales sin una guía espiritual y sobre todo sin el proceso de entrenamiento disciplinado, podían causar graves enfermedades físicas y bloqueos mentales. Una persona que tenga plena consciencia y responsabilidad de los dones que está manejando, no va a generar un daño a nadie y mucho menos a sí misma, por el contrario aprenderá la bondad de dar y recibir frecuencias armónicas de sanidad, para contribuir a la estabilidad social.
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