Enigmático: Vivir es el plan del alma

 Diálogos con el psicólogo y filósofo Alfredo Alvernia 



Cortesía Juan Pablo Martí


Por: Armando Martí

Estoy en medio del bosque, rodeado de una bella y tranquila naturaleza viva, escuchando los agudos trinos de aves y la melodía que produce el viento sobre los grandes pinos ciprés, los frondosos siete cueros y algunas simbólicas especies de nuestros páramos como el paciente frailejón. Además, mis sentidos se recrean con el sonido del agua azul oscura de la Represa del Sisga, un lugar formidable situado en el municipio de Chocontá en el departamento de Cundinamarca, a 55 km de Bogotá. 

Mi cuerpo se siente pleno y vital. Casi puedo entender al poeta norteamericano Walt Whitman (1819 – 1892) cuando permaneció desnudo durante mucho tiempo en algunos de los bosques nativos estadounidenses, para inspirarse en su maravillosa obra “Hojas de hierba” en una época en donde conectarse con los sentidos era una pérdida de tiempo y la expresión del “sí mismo” se consideraba un pecado egoísta.

La sencillez de la naturaleza y la simplicidad de vivir en el aquí y en el ahora, me motivaron a “darme cuenta” que estoy vivo y conectado a la Madre Tierra. Somos la única especie que se percata de que existe, pues nos reconocemos en una fotografía o al mirarnos en un espejo. Asimismo, nuestro cerebro reafirma el hecho de que poseemos una identidad la cual nos fusiona a todos socialmente, pero al mismo tiempo, es única e irrepetible en cada ser humano. 




Cortesía Juan Pablo Martí

En los últimos años, la capacidad de darse cuenta ha tomado relevancia como uno de los procesos más curativos en la psicoterapia y el Coaching Ontológico. Desde esa óptica podemos comprender la importancia de vivir el momento presente para descubrir el mundo exterior, es decir, sintiendo, tocando, mirando, oliendo y saboreando este mismo instante.

De esta forma, podemos percibir nuestro mundo interno, experimentando sus manifestaciones físicas, tensiones musculares, sensaciones de calor o frio, al igual que los sentimientos y las emociones cuando se comunican entre sí. Este desarrollo nos ayuda a entender e interpretar la realidad tal y como la vive cada uno.

Sin embargo, existe un proceso mental entre el recuerdo y la imaginación que muchas veces impide vivir el momento presente, pues el individuo intenta racionalizar, explicar, proyectar y viajar al pasado o al futuro. Por esta razón, en ocasiones es difícil asimilar el concepto del eterno presente. 

Para el físico y Premio Nobel Albert Einstein (1879 – 1955), el tiempo es relativo pues es la mente la que crea las líneas del tiempo. Desde la física moderna, tanto el pasado como el presente y el futuro son en realidad uno solo, debido a que las leyes de la física son temporalmente reversibles, es decir, los mismos efectos ocurren sin importar si el tiempo corre hacia delante o hacia atrás. 

En busca del tiempo perdido


Cortesía AsoAmigos TV
El psicólogo Alfredo Alvernia durante una intervención en el programa
 “El Despertar”

Con el fin de aclarar estas disquisiciones filosóficas y existenciales que nos ayudan a liberarnos de nuestra humana inconsciencia, he querido conversar con uno de mis mejores amigos, el psicólogo clínico y filósofo Alfredo Alvernia, con quien desde hace más de veinte años he compartido caminos y experiencias diferentes en algunos sentidos, pero siempre vinculadas a la curiosidad y al descubrimiento de la psique y el alma humana. 

Alfredo Alvernia es miembro de la comunidad terapéutica, experto en adicciones y codependencia afectiva. Además, ha sido docente en facultades de psicología de algunas universidades del país. En su búsqueda personal ha transitado por la Escuela del Cuarto Camino, una doctrina cosmológica y filosófica, introducida en occidente por George Gurdjieff y Peter Demianovich Ouspensky.

Actualmente es maestro y practicante de Un Curso de Milagros, un movimiento espiritual basado en el libro escrito por la psicóloga norteamericana Helen Cohn Schucman entre los años de 1965 y 1972, y cuya autora aseguraba que empezó a escribirlo después de escuchar una voz mística e iluminada que le decía: “He aquí un curso sobre los milagros. Por favor, escriba”


Cortesía Armando Martí
En compañía del psicólogo Alfredo Alvernia y el consejero en adicciones Fernando Cadavid.

Armando Martí: Alfredo soy un admirador de su férrea voluntad para superar sus crisis existenciales, así como también, los difíciles momentos que en su condición de poliadicto lo hacían vivir un verdadero infierno lleno de laberintos y confusiones causados por su mente obsesiva-compulsiva, incluso, por fortuna, he sido testigo de su innegable transformación interior. 

Podría a través de este sincero diálogo contarnos ¿cómo fueron esos pasos para “darse cuenta” de las dolorosas cadenas emocionales que durante tantos años lo acompañaron?

Alfredo Alvernia: Gracias Armando, también reconozco que hemos sido compañeros de lucha en el difícil camino de “darnos cuenta” quiénes somos y que vale la pena priorizar este liberador proceso interior. 

El primer paso sería reconocer que todos los seres humanos en algún nivel tenemos aspectos de oscuridad. El segundo paso es no condenar y mucho menos juzgar en mí y en los demás la oscuridad, sin tener una actitud peyorativa. El tercer paso es darme cuenta de que la grandeza del alma se manifiesta cuando yo logro sanar y trascender esas oscuridades que habitan en mí, porque eso me hace sabio, humano y compasivo tanto conmigo como con las otras personas. 

A.M: ¿Es decir que la oscuridad y la luz no son un plan mío sino un plan de un Poder Superior? 

A.A: Exactamente, es un plan del alma para el desarrollo del ser, pues la evolución radica en la capacidad de integrar a la luz todos los aspectos oscuros que habitan en cada uno de nosotros. 


Cortesía Juan Pablo Martí

A.M: ¿Por qué la sociedad ejercita el paradigma lineal de lo bueno o lo malo, de lo oscuro o lo claro, polarizando la posibilidad de redención a través de un camino medio?

A.A: Nos han enseñado a vivir dentro de un pensamiento “dual” que ha castigado unos aspectos de la vida mientras idealiza otros. Es como si la mente no tuviera la capacidad de discernir que todas las dimensiones de la existencia son igualmente valiosas, en la medida que sirven para llevarnos más allá de las expectativas establecidas. 

Uno no puede sanar la oscuridad si la niega y condena constantemente, pues al aceptarla se habilita la posibilidad del cambio y el mejoramiento personal. Además, nos flexibiliza a entender nuestros defectos de carácter desde una orilla amorosa, compasiva y tranquila, en donde me observo tal y como soy, dejando de usar las mentiras y los disfraces sociales. Es ahí cuando empieza el camino de la sanación desde la auténtica conciencia. 

A.M: Muchas veces hacemos todo lo contrario: señalamos las carencias en el otro e incluso intentamos salvarlo de su oscuridad. El detrás de cámaras de esta acción es ocultar mis propios defectos e intentar disfrazarme de héroe. ¿En qué radica este comportamiento? 

A.A: Sencillamente nos da miedo y vergüenza reconocer que esos aspectos puedan estar en mí. La carga de valores negativos que a veces solemos poner a ciertas situaciones, en definitiva, impide afrontar nuestros defectos, pues nos esforzamos desde el ego insano en ser “perfectos” ante las figuras de poder tanto familiares, como sociales y religiosas. De ahí que uno empieza a ser un juez inexorable primero con uno mismo y después esa actitud la aplica a los demás. 



Cortesía Juan Pablo Martí

A.M: El médico griego Hipócrates alguna vez dijo: “Tus fuerzas naturales, las que están dentro de ti, serán las que curarán tus enfermedades”. Desde su conocimiento y experiencia ¿cómo entiende esta afirmación?

A.A: Un sistema de pensamiento cargado de juicios, creencias e ideas negativas, refleja un cuerpo lleno de enfermedades a modo de somatización de las emociones no gestionadas correctamente. Por eso el primer paso para una recuperación es aceptar aquellos errores, rasgos y malos hábitos, que de una u otra manera, han llevado a limitar mi salud, las relaciones laborales e interpersonales, bloqueando el éxito personal y la realización de la vida plena. 

A.M: Hoy en día, el mercado está saturado de muchos métodos de autoayuda y superación que buscan vender casi de forma mágica soluciones que no se mantienen en el tiempo. Por la velocidad de la vida diaria, hemos pasado de ser el Homo Sapiens (pensante) para convertirnos en el Homo Videns (hipnotizado) por la cantidad de información que circula a través de la tecnología, los teléfonos inteligentes y las redes sociales, impidiéndonos un espacio de silencio reparador que nos ayuda al conocimiento y dominio de nosotros mismo. 

¿Cómo se puede reflexionar y reconocer sin distracciones la sombra que habita en cada uno de nosotros?

A.A: Sin duda es esencial encontrar momentos en el día para entrar en contacto con nosotros mismos y nuestras necesidades, pues así podremos irradiar paz y equilibrio a las personas que nos rodean, es decir, un acercamiento más humano no desde la culpa, la vergüenza y el juicio, pero sí desde la aceptación, el perdón y la verdad. 

Un paso importante sería el de desconectarse por momentos de la tecnología, por ejemplo: mientras se reúnen en familia, se habla entre parejas, con nuestros hijos y amigos, incluso en los pocos instantes de soledad en medio de este ritmo de vida frenética para conectarnos espiritualmente. 

A.M: Alfredo usted hace poco me sugirió un libro del autor australiano Barry Long (1926-2003) titulado “Haciendo el amor”, en donde también hace una invitación a encarar y aceptar la sombra desde la sexualidad. ¿Cuéntenos un poco más acerca de estas teorías planteadas en la obra?

A.A: El autor se enfoca en las oscuridades del alma desde la sexualidad, afirmando que los hombres hemos perdido la capacidad de amar y de hacer el amor, porque en un momento dado, todas las técnicas sexuales lo que hicieron fue convertir la sexualidad en un acto mecánico: cómo lograr un orgasmo, cómo excitar a una mujer, cómo ser un seductor y cómo mantener prolongada una erección, entre muchas otras prácticas. 

Sin embargo, Barry Long muestra la posibilidad de acercarse a la sexualidad desde dinámicas sutiles relacionadas más con el alma que con el instinto y el placer. En esta medida, nos podemos conectar con la parte más íntima de la pareja, a la cual muchas veces, no accedemos por estar preocupados en aplicar correctamente el método y las técnicas para alcanzar el deleite físico, generando una brecha entre el alma y la intimidad. 

A.M: Es verdad, sino tenemos la capacidad de despertar la energía creadora del amor en nuestra pareja y valorarla en su verdadera esencia, ella inconscientemente no va a estar completamente satisfecha y esto se verá reflejado en algunos casos en su rechazo, engaño y resentimiento hacia nosotros.

A.A: Todos en algún momento hemos estado lejanos del amor, pero sólo a través de superar el miedo a la intimidad, vulnerabilidad y emocionalidad podemos tener un acercamiento auténtico con el alma del ser amado. El verdadero amor empieza desde el amor propio, que nos enseña a ejercitar la capacidad de resiliencia sin exigir al otro que se convierta en el remedio o cura para nuestras carencias afectivas y emocionales.



Cortesía Armando Martí

A.M: ¿Qué es la capacidad de resiliencia?

A.A: Es un término que se utiliza en psicología para describir la capacidad que tienen los seres humanos de superar y transformar las adversidades y pruebas de la vida, sobreponiéndose a estas situaciones de dolor y sufrimiento, ejercitando el desapego, las exageradas ambiciones y las expectativas de la existencia.  

A.M: Alfredo ¿de dónde proviene esa fuerza transformadora?

A.A: Esencialmente del alma. Desde mi experiencia, he comprobado que cada alma trae muchos dones con el fin de afrontar los retos y las dificultades en la vida. Esto es algo intrínseco en el ser humano, pero no todos tienen la fuerza, la confianza y la seguridad para atravesar las crisis y asumir una actitud positiva ante la vida. No obstante, siempre tenemos la posibilidad de renacer y transformarnos por medio de la energía espiritual. Este es en realidad el plan del alma.

A.M: Comenzó el año 2020 y con él muchas profecías apocalípticas y eventos destructivos causados por el mismo hombre hacia el planeta, ¿cuáles son sus opiniones al respecto?

A.A: Frente a esos temas no tengo una opinión política, social o económica. Ahora bien, el mundo ha vivido permanentemente entre la guerra y la paz, entre la lucha de poder y la pérdida del mismo, por eso considero que esta dinámica se va a seguir manteniendo, pues mientras la mente humana siga en pugna, las naciones también lo harán. El mundo es un reflejo de la conciencia de cada individuo, y si no logramos evolucionar hacia la conciencia superior, la sociedad seguirá en desequilibrio.

A.M: Recordemos que todo proceso de cambio requiere de disciplina, voluntad y compromiso, ¿qué otros factores son importantes a la hora de tomar conciencia y asumir la vida desde una orilla más sincera y esperanzadora?

A.A: Después de muchas experiencias dolorosas que tuve con mi desordenada y caótica vida, empecé a darme cuenta de que necesitaba una sanación interior para encontrar un camino espiritual, el cual me ha permitido ver las cosas de otra manera y así entrar en contacto con el ser de luz interno que habita en los demás. 

A.M: ¿Quién permite, guía y le da un sentido a este proceso del alma, además de nosotros mismos?

A.A: En términos prácticos, yo he empezado a sentir que en todo ser humano habita una parte amorosa y bondadosa. Esa sensación para mí es Dios o un Poder Superior que dota de estabilidad y paz al espíritu en medio de las crisis, las tristezas, el dolor y los obstáculos normales de la cotidianidad. 



Cortesía Armando Martí

A.M: Alfredo, ¿cómo se logra desmontar al personaje creado por el individuo para sobrevivir y no vivir plenamente desde su esencia?

A.A: Toda mentira, intención oculta y varios disfraces que usamos desde nuestra conciencia egoísta y básica, se desmontan a través de la compasión y del perdón. ¿Qué hace el perdón? Transforma al personaje y su disfraz, así como también, a la sumatoria de todas las experiencias de dolor y frustración, dándole una nueva comprensión para resignificar su antigua historia limitante, que hasta ese momento había creído era la única realidad y sobre ese predicado actuaba casi siempre de forma errónea. 

Esto se debe a que el ser humano cuenta con un entendimiento de los eventos desde una orilla intelectual como también del deseo y del apego, por eso el perdón permite reinterpretar estos eventos ya sin la carga mental y emocional de antes, con nuevas herramientas de cambio basadas en la humildad y la aceptación, como elementos esenciales para entender que vivir es el auténtico plan del alma. 


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