Enigmático: Vivir sin miedo a morir, reflexiones en torno a la muerte



Fotografía Armando Martí

“Porque la vida de los muertos consiste en la memoria de los vivos”. Marco Tulio Cicerón (Filípica IX)


Por: Armando Martí 

Desde hace muchos años, me acompaña un robusto árbol que alegra mis mañanas. Cada vez que abro las persianas de madera de mi habitación, su imagen natural y verdoso follaje me inspiran a vivir un día más. De igual manera, algunas aves en ciertas épocas del año hacen sus nidos, protegen sus crías y antes del amanecer cantan felices, celebrando la salida del sol. 

La vida y la muerte se reflejan a través de mi ventana al observar la transformación de este árbol, que paulatinamente cambia de hojas en su ciclo natural. A pesar de los vientos, la lluvia, el frío y la polución de nuestra ciudad, permanece en pie gracias a sus raíces y a la memoria celular que le devuelve la vitalidad y la fortaleza necesaria para seguir existiendo. Con su ejemplo de silencioso y paciente guerrero, el árbol me anima a soportar las vicisitudes propias del diario devenir.  

Recuerdo en este instante cuando mi querido abuelo falleció. Pensé que había perdido la brújula de mi vida. Su muerte se presentó de forma intempestiva: un día era mi apoyo y en horas quedé solo. No estaba preparado para separarme de él, y ese duro golpe me hizo tomar conciencia de no apegarme exageradamente a nada ni a nadie. Más adelante descubrí que el espíritu de mi abuelo Campo Elías sigue tanto en la belleza del árbol que contemplo hoy como en mi interior. En realidad, nunca se fue de mi vida.  

Con el tiempo descubrí que la energía de mi abuelo, mi padre, mis familiares y amigos a quienes quise mucho, todavía permanece en esta dimensión a pesar de haber trascendido a otros planos; pues así como existen ondas magnéticas que no se pueden ver, pero se hacen visibles por medio de un aparato de radio, televisión o los teléfonos inteligentes, en los mundos invisibles es nuestra mente la que logra sintonizarse con esas energías sutiles y al evocarlas desde una correcta intención, hacen que nos acompañen y se manifiesten en el presente. 


Cortesía Armando Martí

Uno de los grandes miedos que habitan en el inconsciente es el de la muerte, la pérdida y el abandono, porque creemos que aquellos seres a quienes amamos o nos amaron se pueden ir de nuestro lado. Sin embargo, no significa que los vínculos dejen de existir. Todos estamos interconectados con el mundo y con el universo, en constante evolución y cambio. Si entendemos esto, el miedo a la muerte irá desapareciendo. Como dijo el padre de la química moderna, Antoine Lavoisier (1743 – 1794): “la materia no se crea ni se destruye solo se transforma”

Ahora bien, les podría enumerar muchos conceptos importantes y profundos de grandes científicos, pensadores y buscadores de la verdad en torno al tema de la muerte, pero este misterio va más allá de cualquier idea, pues una persona que no ha experimentado la cercanía con la muerte no posee la capacidad de entenderla, ya que esta se revela por medio de la experiencia directa. 

En mi caso, he sentido en varias ocasiones que la muerte ha venido a mi encuentro por algunas circunstancias ajenas a mi voluntad. Su presencia en primera instancia me causó angustia y confusión, pero hoy, un poco más maduro, la considero parte de mi proceso transformativo, una especie de “amiga siniestra” que paradójicamente despierta en mí, el deseo de vivir alegre y agradecido con la vida material y física que temporalmente poseo. 


La muerte es una ilusión 


Cortesía Armando Martí

Toda nuestra existencia tarde o temprano se encamina hacia el descubrimiento del misterio de la muerte. Cuando se completa y cierra el círculo de la vida, sin duda hemos atravesado varios puentes hacia la construcción de diferentes sueños y proyectos. Sin embargo, todo en la vida tiene una causa y un efecto, al igual que un precio que pagar. Por eso con el paso del tiempo, los accidentes, las enfermedades y las emociones tanto positivas como negativas, terminan agotando las fuerzas del cuerpo para liberar a nuestra alma y prolongar su existencia en otras dimensiones. 

La mayoría de las religiones creen que la muerte es el comienzo de otra vida, un renacer espiritual. Por esta razón, existen rituales sagrados con el fin de ayudar a encontrar un sentido que permita unir el nacimiento con la misma muerte, pues morir significa nacer a algo nuevo. 

El gran libro de la sabiduría China, el Tao Te Ching nos enseña: “nacer es llegar, morir es volver”. El taoísmo es un sistema filosófico oriental que tuvo su origen en China basado en las ideas del filósofo Lao Tse (siglo VI a.C), según el cual se cree que existe una fusión del ser humano con la naturaleza, viviendo armónicamente con estas leyes. 

La visión de la muerte que el Tao propone es sencilla, ya que es un fenómeno absolutamente normal y transformativo, el cual nos regresa a la unidad del orden natural que existía antes de habitar nuestros cuerpos presentes. Con la muerte retornamos a la esencia, liberando al cuerpo para que el alma transite por los mundos físicos y espirituales, recobrando su estado natural de unidad con el todo. 

Optar por el camino medio matizando con grises la existencia, impide que caigamos en desbordes emocionales ante los constantes cambios de la vida. A veces, a la sensación de estar y sentirse bien, le sigue la sensación de estar y sentirse mal. El arte del buen vivir en paz, consiste en aceptar que todo llega y todo pasa. Lo único constante en la vida es el cambio. Por eso debemos en la medida de lo posible, esperar lo inesperado.


Cortesía Armando Martí

Los elementos de un ciclo armónico y natural están expuestos en el taoísmo de la siguiente manera: 

1. Vida (unicidad): el ser humano es parte fundamental del sistema ecológico en el cual aporta vida.

2. Fuerza interior: el sentido de la vida humana es cuidar, mantener y aportar valor a la naturaleza de la que forma parte.

3. Reconocimiento: todo ser viviente tiene su importancia, su espacio y su bienestar, su crecimiento o aniquilación, lo cual dice mucho del sistema en el que se encuentra.

4. Responsabilidad: todo ser humano tiene el deber moral de cuidar el medio ambiente  en el que se encuentra, su entorno más inmediato y el hábitat natural, haciendo lo que le sea posible para mantener la variedad de vida de las especies con las que cohabita.

5. Aceptación: la vida y la muerte son partes fundamentales del cuidado de este proceso, para que la vida y la naturaleza continúen cumpliendo sus ciclos.

La muerte: un nuevo amanecer
Cortesía Armando Martí

Una de las más importantes investigadoras del proceso de la muerte fue la Dra. Elisabeth Kübler Ross (1926 – 2004), psiquiatra de la Universidad de Zúrich. Esta ejemplar mujer, fue una auténtica sanadora de cuerpos, emociones y almas. Su centro de atención profesional y científico se enfocó en los fenómenos de la vida y la valentía de sus pacientes para afrontar la enfermedad y la muerte, especialmente en la fase terminal. Cuando comenzó a ejercer su profesión en un hospital de Nueva York descubrió nuevas opciones y caminos para desarrollar su misión de humanizar los tratamientos de estos enfermos.

De igual manera, su carrera científica fue premiada con más de 20 doctorados honoríficos y complementada desde su propio despertar espiritual al tener experiencias directas de limitación y dolor, pues sufrió una serie de apoplejías que la paralizaron del lado izquierdo. Este hecho cambio radicalmente su vida y escribió más de 20 libros sobre el tema del camino del morir y el camino de aprender a vivir. 

Algunas de sus obras publicadas en varios idiomas son: “Sobre la muerte y los moribundos”, “Todo final es un luminoso principio”, “Vivir hasta despedirnos”, “La rueda de la vida”, “La muerte un amanecer” y “Una vida plena” de donde extraje algunos de sus pensamientos más profundos y maravillosos que a continuación les comparto: 


Cortesía Mal Worshaw
La Dra. Elisabeth Kübler Ross acompañando a pacientes terminales.

1. Siempre me preguntan como es la muerte. Contesto que maravillosa. Es lo mas fácil que vamos a hacer jamás. La vida es ardua. La vida es lucha. 

2. Si no fuera por la muerte, ¿valoraríamos la vida? Si no fuera por el odio, ¿sabríamos que el objetivo último es el amor?

3. Cuando hemos aprobado los exámenes de lo que vinimos a aprender en la tierra, se nos permite graduarnos. Se nos permite desprendernos del cuerpo que aprisiona nuestra alma. Como el capullo que envuelve a la futura mariposa, y cuando llega el momento oportuno podemos abandonarlo.

Entonces estaremos libres de dolores, temores y preocupaciones, tan libres como una hermosa mariposa que vuelve a casa, a Dios, que es un lugar donde jamás estamos solos, donde continuamos creciendo espiritualmente, donde estamos con nuestros seres queridos y rodeados por un amor que es imposible imaginar. 

4. No hay que tener miedo. No hay ningún motivo para tenerlo, si recordamos que la muerte no existe. En lugar de tener miedo conozcámonos a nosotros mismos y consideremos la vida un desafío en el cual las decisiones más difíciles son las que más nos exigen, las que nos harán actuar con rectitud y nos aportarán las fuerzas y el conocimiento de EL, el ser supremo. Morir no es algo que haya que temer, puede ser la experiencia mas maravillosa de la vida todo depende de como hemos vivido. 

5. Sé que el cielo y el infierno están determinados por la forma en que vivimos la vida. 
La única finalidad de la vida es crecer. 
La lección última es aprender a amar y ser amados incondicionalmente. 
  

Cortesía Mal Worshaw
La Dra. Elisabeth Kübler Ross mostraba siempre compasión y amor por sus pacientes terminales.

6. Cada día hay una persona más que clama pidiendo comprensión y compasión. 
Escucha esas llamadas, óyelas como si fueran una hermosa música. 

7. Las mejores satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón a las personas necesitadas. 
La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás. 

8. Las personas son como vidrieras. 
Brillan y relucen cuando hay sol, pero cuando se hace la oscuridad, su verdadera belleza se puede apreciar únicamente si hay luz que proviene del interior. 
Cuanto más oscura la noche, 
Más luminosa las vidrieras. 

9. Mis pacientes me enseñaron mucho más que lo que es morir. 
Me dieron lecciones sobre lo que podrían haber hecho, lo que deberían haber hecho. 
Contemplaron su vida pasada y me enseñaron que tenían verdadero sentido, no sobre cómo morir, sino sobre cómo vivir. 
Nada está garantizado en la vida, salvo que todos tenemos que enfrentarnos a dificultades. 

10. Así es como aprendemos. Algunos se enfrentan a dificultades desde el instante en que nacen. 
Esas son las personas más especiales de todas, las que necesitan de mayor cariño, atención y comprensión, y que nos recuerdan que la única finalidad de la vida es el amor. 

11. Una realidad que no se enseña en la facultad de medicina es que un corazón compasivo puede sanar casi todo. 
Ser buen médico no tiene nada que ver con anatomía, ni con recetar los medicamentos correctos. 

12. El mejor servicio que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona amable, atenta, cariñosa y sensible.  (Una vida plena, editorial Vergara – Grupo Z).

Una enseñanza inolvidable


Cortesía Armando Martí
Después de sus cotidianos retiros espirituales con su correspondiente ayuno de 8 días, mi querido profesor de PNL y actual Coach de Vida, el psiquiatra José Daniel Puche Laserna, al preguntarle sobre las enseñanzas de su experiencia durante algunos minutos en silencio se limitó a contestarme: “Armando vive bien para que puedas morir bien”. Tarde algunos años en entender lo que quiso decirme y hoy es una de las premisas que han orientado mi vida. 

Una de las peores agonías de los seres humanos es saber que vamos a partir de este mundo y no logramos saber quiénes somos ni a qué vinimos. Para dar el paso de una existencia a otra, es necesario tener claridad en la valoración de lo que hicimos en la vida, pues si logramos llevar una existencia plena y bien intencionada, nuestra muerte será tranquila y satisfactoria. 

Es saludable confrontarse de vez en cuando y preguntarse frente al espejo interior de nuestra conciencia: ¿hemos tenido la intención de ayudar, apoyar servir y compadecernos ante los demás? O por el contrario, ¿hemos hecho mucho daño con críticas destructivas, injurias, chismes, manipulaciones y engaños, motivados por una actitud personal basada en la envidia y la indiferencia ante las necesidades de otras personas?

Aceptar la muerte nos ayuda a observarnos a nosotros mismos y a los demás desde la orilla de la compasión, el perdón y el amor, así como también a encontrar la verdad esencial más allá de la verdad material y superficial. 

Somos el espejo del otro y cuando alguien querido parte primero que nosotros, nos concientiza de la temporalidad de todas las cosas de este mundo al ubicarnos dentro de la humildad del ser. De este modo, logramos desprogramarnos del inútil poder que le damos al ego, la ambición y el orgullo. En realidad, todos estamos haciendo “la fila” de la vida hacia la muerte y de la muerte hacia la vida, con el fin de cumplir parte de nuestro destino.  

Por eso debemos soltar las cargas producidas por las emociones toxicas y los pensamientos negativos, para rescatar lo mejor de nosotros mismos, concluyendo a través de los ciclos del perdón las ofensas que nos han hecho. Debemos buscar espacios de soledad y por medio de la oración y la meditación, reconectarnos con el Creador con el fin de vivir agradecidos por cada día de interacción amorosa con nuestros seres queridos.

La fuerza que sobrevive al tiempo y a la muerte es la del ¡Amor! Aquella que nos eleva sobre nuestras miserias y nos da el vigor, la resistencia y la voluntad para regresar al verdadero hogar espiritual. Finalmente, recordemos que estamos unidos desde la empatía pues somos individuos aparentemente frágiles, pero esencialmente eternos, poderosos en nuestro interior y conectados al espíritu de Dios. Así es la grandeza del ser humano. 

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