Konciencia: El Dalai Lama, reflexiones ante la actual incertidumbre humana




Cortesía Compaginem 

Por: Armando Martí 

El tiempo se ha detenido de una extraña manera en nuestro planeta. Casi toda la libertad a la que estábamos acostumbrados desapareció como por arte de magia. En menos de cuatro meses, los poderes ideológicos, políticos, económicos y militares han sido afectados de varias formas. 

En medio de esa tribulación, la raza humana se identifica de manera consciente e inconsciente con una palabra: la incertidumbre, que significa el desconocimiento al futuro y la impotencia de predecir o controlar los acontecimientos venideros. 

Los científicos también siguen confundidos con el origen y el comportamiento del COVID – 19, por lo cual, nos hemos convertido en un laboratorio vivencial para encontrar urgentes respuestas. El confinamiento planetario ha logrado contener los picos de contagio en ciertos países, que, desde el sentido común y la responsabilidad social, prefirieron salvar vidas antes que pensar en la economía y la productividad. Otras naciones no dimensionaron los alcances letales de esta pandemia y pusieron en riesgo la salud de sus conciudadanos. Al parecer, a la fecha en que escribo este artículo, algunos gobernantes han tomado conciencia de sus errores y buscan de manera urgente remediarlos. 



Cortesía CDC

Tenemos la esperanza puesta en la ciencia, sin embargo, los investigadores y científicos todavía no saben cuál fue el eslabón perdido que creo esta cepa del coronavirus ni tampoco los factores genéticos que determinan si algunas personas sobreviven a los ataques del virus y otras no. De este modo, surgen distintas preguntas sin respuestas claras y esta sensación de inseguridad, es la que siembra dudas y angustias en el alma.  

Sin duda, el mundo está sumido en una gran oscuridad, pero que, asumida desde el optimismo, puede ser temporal. Grandes lecciones de vida nos ha traído este misterioso y microscópico virus que muta y se contagia con inusitada rapidez, como, por ejemplo, conocernos a nosotros mismos sin tantas distracciones exteriores ni afanes por lograr exageradas metas y objetivos materiales; dedicar más tiempo a afianzar los vínculos familiares; valorar el amor hacia nuestros seres queridos; practicar el desapego y renunciar al ego, cambiándolo por una nueva conciencia de responsabilidad personal y colectiva. 




Cortesía Compaginem 

El elemento más relevante en estos tiempos de confinamiento ha sido el de la solidaridad y la esperanza. Precisamente, mientras intento asimilar tantas dudas existenciales, llega a mi Whatsapp un tweet de la cuenta oficial de S.S Dalai Lama (en la vida nada es coincidencia), en donde anuncia la entrevista que la revista Time le realizó en su edición especial: “Encontrando esperanza” (Finding Hope) a este líder espiritual de los tibetanos, titulada: “La oración no es suficiente: por qué necesitamos combatir el coronavirus desde la compasión”. 

Esta noticia iluminó mi mente y me hizo recordar la extensa conversación que sostuve con S.S Dalai Lama durante su visita a Colombia, el viernes 12 de Mayo del 2006 en una de las suites del Hotel Tequendama y que hoy, cobra mucha vigencia ante esta situación de inseguridad frente a los ataques del COVID – 19 a nuestra salud. Es por esta razón, que decidí republicarla. 

En ese entonces, él me decía: “todos los seres humanos tenemos el derecho a la felicidad y eso se logra teniendo un buen corazón que emana esperanza y sosiego interiorDesde esa actitud, cualquier progreso es posible pues la responsabilidad basada en la bondad se convierte en un elemento sanador que ayuda a mejorar las diferencias para convertirnos en una sola humanidad”.


Conversaciones con S.S Dalai Lama


Cortesía Armando Martí
S.S Dalai Lama junto a Armando Martí durante el encuentro sostenido en el año 2006 en Bogotá, Colombia.

Las anteriores afirmaciones, han sido algunas de las ideas iluminadas del Dalai Lama a lo largo de sus 85 años de una ejemplar existencia integral, la cual ha despertado la admiración de millones de personas y de diferentes religiones en el mundo. 

Este líder espiritual tibetano, nació el 6 de julio de 1935 en una familia de campesinos humildes en el pequeño pueblo de Takster en el noroeste del Tíbet, China. Dalai Lama significa “océano de sabiduría” y Tenzin Gyatso, es la décimo cuarta reencarnación entronizada en 1940 en el cuerpo de un niño llamado Lhamo Thondup para recibir la educación monástica. 

En 1950, con tan sólo 15 años, tuvo que asumir el pleno poder político como jefe de Estado cuando China invadió el Tíbet y en marzo de 1959, fue exilado y escapó a través del rio Kyichu. Desde entonces, ha vivido en Dharamshala en la India, también conocida como la pequeña Lhasa. 

Actualmente, es considerado el profeta de la no violencia debido a su lucha por la libertad y la restauración de la cultura tibetana ante el gobierno de China, lo que lo llevó incluso a ganar el Premio Nobel de Paz en 1989. 

El Dalai Lama ha viajado por más de 67 países y ha recibido más de 150 reconocimientos internacionales, entre ellos premios y doctorados honoris causa por su mensaje de tolerancia, no violencia, entendimiento interreligioso, responsabilidad universal y compasión. 

Asimismo, ha escrito más de 110 libros sobre el conocimiento interior, las virtudes de la buena intención, la armonía y el sosiego mental, la necesidad de la verdad como escalera para alcanzar la iluminación, entre muchos otros temas. También enseña que si morimos sin saber quiénes somos y sin conocer el propósito de nuestra misión en el mundo, será necesario volver a la Tierra y reaprender estas lecciones. 

Este último avatar conocedor del alma, maestro en el arte de la meditación y estudioso de la física cuántica, posee un humor impecable, pues sabe que el remedio para cualquier enfermedad es reírse de sí mismo. 

Todos los días medita, recita mantras y reza por los seres vivos. Viste una túnica roja y amarilla. Cambia de zapatos entre sus chancletas y sus viejos oxford de piel. Uno de los pasatiempos preferidos, es coleccionar relojes para desarmarlos y armarlos nuevamente. No le impresiona el lujo de estos, pero sí la mecánica que regula los minutos y los segundos, por eso casi nunca le falta uno en su muñeca. 

Debo reconocer que dicho encuentro produjo grandes cambios en mi vida, orientándola hacia un despertar espiritual desde las ideas de la bondad, la generosidad, la gratitud, la caridad y el amor incondicional. Hoy espero que esta conversación llena de reflexiones profundas sostenidas con S.S Dalai Lama sean igual de valiosas para ustedes, mis queridos lectores de la Sección Konciencia de Kienyke.com, como lo fueron y son para mí. 




Cortesía Armando Martí

Khata” (bufanda tradicional china) obsequiada por S.S Dalai Lama a Armando Martí, la cual simboliza la pureza y compasión del corazón del que la ofrenda, por eso su color blanco.

Armando Martí: Su Santidad Dalai Lama, ¿cuál es el origen de tantos conflictos y desequilibrios en el mundo? 

S.S Dalai Lama: La mayoría de los conflictos se basan en un mal manejo de nuestras emociones. La ignorancia es la emoción más dañina pues no sabemos cómo controlar estos impulsos negativos, los cuales están basados en la frustración de nuestros deseos no cumplidos. De igual manera, las necesidades creadas por los sistemas de algunos gobiernos han influenciado para que los ciudadanos cambien el progreso espiritual por inútiles y pequeños placeres con el fin de colmar los sentidos, entregando el alma a la comodidad, los vicios y la ansiedad que causan el vacío de no tener cultivada una conciencia de sí mismos. 

Me preocupa el deseo creciente de la guerra y del dominio del otro a través de las armas, pues estas no permanecen guardadas en sus cajas de fabricación y alguien tarde o temprano, las va a utilizar. Si produciendo muchas armas pudiéramos lograr la paz, entonces deberíamos transformar todas las fábricas en fábricas de armas y gastar el dinero en ese propósito, pero esta absurda, idea es imposible. 

La única forma de lograr la paz es a través de la transformación interior, orientada hacia la integridad y el servicio a los demás. Así parezca una utopía, deberían ensayar este método. 

Armando Martí: Su Santidad, en occidente la sociedad es excesivamente consumista y deshumanizada, ¿cuál sería su guía para transformarla hacia la luz del espíritu?

S.S Dalai Lama: Las personas de occidente olvidaron cultivar la dimensión interior, pues se volvieron esclavos de las cosas materiales y del aspecto humano sólo les quedó el nombre. Adoradores del sentido de la eficacia, los magnates, dirigentes de empresas, asesores e inversionistas, pusieron su espíritu al servicio del resultado, esto hizo que renunciaran a su independencia espiritual convirtiéndose en servidores de la economía global. En esta sociedad industrial, todos los campos del deseo y el placer han sido analizados, tecnificados, explorados y satisfechos.

Las cosas tienen más poder actualmente sobre el hombre, que cualquier otra “cosa”. La invasión de la tecnología disminuye los caminos del espíritu, pues la humanidad quiere todo rápido, eficiente y con resultados inmediatos. Contrario a los estados de conciencia lúcida producidos por la meditación y la oración que invitan a tomar la vida con calma, saboreando el instante y buscando tiempo para escuchar, reflexionar y actuar dentro de la compasión y el amor. Esa es la diferencia, entre la enfermedad y el equilibrio del ser humano en la actualidad.


Cortesía Compaginem 

Armando Martí: Su Santidad, he investigado que la angustia del ser humano occidental está basada en el miedo a morir, ¿usted teme morir?

S.S Dalai Lama: (Risas) Armando, ¿no cae en cuenta que yo soy un ser reencarnado cuya alma ha transmigrado varios cuerpos para adquirir nuevos niveles de conciencia?

Recuerdo en este momento que los altos lamas de la escuela Gelug, deben averiguar a través de sueños y visiones dónde se encuentra el niño que, por medio de su cuerpo, recibirá mi consciencia sutil la cual evolucionará con el décimo quinto Dalai Lama. El pueblo tibetano posee una fuerza interior desde la seguridad en la creencia de la reencarnación, la superación de la rueda de la vida (Samsara), del dharma y el karma. 

La muerte nos iguala a todos, es la misma para un hombre rico que para cualquier otra criatura viva y es una realidad que enfrentamos todos los días. Por eso, les sugiero a las personas que busquen un camino de meditación y oración para enfrentar este momento decisivo de la existencia. 

Desapegarse, vivir sin expectativas desbordadas y concentrarse en la maravillosa sencillez del momento presente, ayudan a que las acciones sean más conscientes y menos monótonas, con el fin de dejar en este plano una huella de humanidad. Es por eso, que aprender a vivir en el bien nos lleva a morir muy bien. El amor y la compasión por el otro son las actitudes para sanar y fortalecer nuestro interior. 

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