Ante las actuales circunstancias mundiales la pregunta que nos hacemos es ¿cómo encuentro la paz espiritual en esta especie de “guerra sin cuartel” en contra de la COVID -19? La respuesta es simple: dejar a un lado la individualidad y resignificarla hacia la colectividad. Dicha actitud sin duda es difícil de entender para algunas personas egocéntricas y obstinadas que, desde su nivel de indiferencia esta opción les parece muy poco útil y por demás absurda.
La esencia de tu paz espiritual se encuentra siendo honesto y congruente, desapegándote de los deseos, dejando de hacerte y hacer daño a las personas, amando sin condiciones, reinventándote, flexibilizando tus creencias, haciéndote cargo de ti mismo, viviendo el momento presente sin proyectarse hacia el futuro, aceptando tu temporalidad humana, aprendiendo a soltar constantemente, renunciando a tener siempre la razón, olvidando los resentimientos del pasado, manteniendo la vida sin prisa, expresado tus emociones, llenándote de compasión y amabilidad para contigo y con el otro, ejercitando la tolerancia, practicando la oración y la meditación y ante todo siendo humilde, ayudando, escuchando, apoyando y sirviendo con alegría a los demás.
Precisamente, uno de los indicadores de una buena salud mental es ser solidario con los triunfos y éxitos de los otros sin envidiarlos ni descalificarlos. La madurez espiritual es el arte de permanecer en paz y comienza por aprender a vivir en el aquí y en el ahora, llevando las cargas y responsabilidades de la jornada diaria sin exageraciones ni quejas que nos despierten desequilibrios emocionales o estrés mental.
Del cumplimento de tus compromisos adquiridos y de la buena intención del corazón, puedes llegar a disfrutar de una conciencia tranquila que te ayudará a superar muchas adversidades de la existencia. Creer firmemente en el gran poder de tus recursos internos, eleva no solamente el optimismo sino también te reviste de seguridad para encontrar la dirección correcta hacia la consecución de las metas y objetivos propuestos, sin importar el tiempo que requieras para encontrar la paz, pues en realidad lo que necesitas es un simple mapa de ruta y no un reloj que siga controlando tu vida.
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