El alcohol: un ritual asesino y mortal


Por: Armando Martí - @armandomarti1
En los últimos meses Bogotá y otras ciudades de Colombia registraron innumerables casos de accidentes de tránsito, a consecuencia de conductores en estado de embriaguez, que incluso han resultado en muertes fatales. Uno de los casos más desafortunados es el del joven Fabio Andrés Salamanca, quien el 12 de Julio arrolló un taxi, matando a Diana Bastidas y Ana Torres y dejando al taxista gravemente herido e imposibilitado para poder caminar.
El tema del consumo de bebidas alcohólicas ha despertado grandes preocupaciones y debates entre varios sectores de la sociedad, donde por un lado exigen penas máximas a los conductores borrachos, y por otro una reeducación a los ciudadanos, para un consumo moderado y responsable del alcohol.

Un estudio reciente sobre `Patrones de consumo y consumo nocivo de alcohol` realizado en zonas urbanas y rurales de Colombia en diciembre del 2012 por la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales (Flacso), reveló que Colombia es el tercer país en América Latina donde más se ingiere alcohol, aproximadamente 6.3 litros anuales por persona.
Así mismo, de acuerdo con los datos de la investigación el 80% del consumo de alcohol se presenta en la población entre 18 y 24 años de edad, seguido por un 74.2% entre los 25 y 34 años. Por otra parte los días en que más alcohol ingieren los colombianos son los sábados con un 40.3%, los domingos con un 23.8% y los viernes con un 14.5%. Por último, sólo apenas el 4.2 % de la población entre los 18 y 65 años son abstemios.
¿Cuál es una posible razón para que Colombia sea un país con alto consumo de alcohol y por consiguiente con uno de los mayores índices de mortalidad por accidentes de tránsito?
La palabra alcohol se deriva del árabe kohol, un polvo fino y negro que las mujeres utilizaban para oscurecerse los ojos, diferente al alcohol etílico que se obtiene a partir de un proceso de fermentación o destilación de cereales y frutas, para el consumo de las personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera el alcohol como una droga `pues
cumple con los criterios que definen a una sustancia que genera adicción, provoca tolerancia y su ausencia puede causar el síndrome de abstinencia`. Cuando el alcohol se consume de forma habitual, en exceso y de manera compulsiva, clínica y psiquiatricamente se considera que la persona está sufriendo de la enfermedad del alcoholismo.
La cultura colombiana, está altamente influenciada por diversos factores sociales y económicos, que afectan la conducta de los consumidores, y determinan qué día van a beber o no, qué tipo de alcohol beberán, dónde, cuándo, cómo y en compañía de quién lo harán, es decir la mayor parte del tiempo el bebedor vive a la expectativa de los planes de sus compañeros o de alguna ocasión especial como cumpleaños, matrimonios, partidos de fútbol, pago de quincenas o demás momentos que inciten a una celebración para poder beber.
Estos comportamientos anteriormente descritos, se originan debido a que en la cultura donde se consume colectivamente una droga en este caso el alcohol, se tiende a enaltecer más los valores positivos como por ejemplo ser un desinhibidor social y a dejar de lado sus efectos negativos como los accidentes viales, la incitación a la violencia intrafamiliar y las enfermedades que puede producir a largo plazo.
La cultura del alcohol en la historia del hombre, data desde los años 4000 y 3500 antes de Cristo en distintas regiones como China, Egipto y Mesopotamia, donde consumían vino y cerveza como parte de sus rituales religiosos y ceremonias especiales, para alterar el estado de conciencia de los asistentes. Más adelante, algunas civilizaciones como la griega personificaron a través de Dionisio el dios del vino, la importancia del alcohol en la sociedad en forma de placer, éxtasis, deleite y hasta veneración, costumbre que también adaptarían los romanos que contaban con un dios del vino llamado Baco, y quienes por sus conquistas y expansión del imperio, lograron llevar el alcohol a diversos lugares.
En la Edad Media en Europa, se descubren métodos de destilación más avanzados, obteniendo bebidas de alto porcentajes de alcohol con mayores efectos intoxicantes. Con la llegada de los españoles a América, el concepto de alcohol cambio rotundamente, pues los indígenas lo utilizaban solo en temporadas especiales para alabar a los dioses, o los sabios cuando querían consultar sobre el futuro, pero los españoles cambiaron esta connotación y empezaron hacer del alcohol una bebida de consumo diario. En el siglo XX en la década de los años 60´s  se institucionalizó y se comercializó el alcohol, como consecuencia de una economía más influyente, al igual que por las tensiones políticas de aquel entonces, el surgimiento de movimientos sociales en pos de la libertad y la paz, y finalmente por publicidades más convincentes que motivaban al consumo masivo de las bebidas alcohólicas.
Por lo anterior no es de sorprender, por qué la cultura colombiana paulatinamente fue adoptando costumbres y rituales como ir a un bar a beber, cerrar un negocio con trago o utilizar el alcohol como excusa para emborracharse, y de esta forma desahogar los vacíos interiores, represiones mentales, traumas de la infancia y deficiencias en la personalidad.
El problema de fondo sería entonces, una sociedad que aprendió unos pésimos hábitos de consumo etílico, y por lo tanto a los colombianos les parece `natural` vivir embriagados alterando la percepción de la realidad, amparados por leyes del Estado que carecen de medidas de restricción y control efectivas, para los infractores de las normas que se convierten en asesinos por efectos del exceso de consumo.
Una posible solución a mediano y largo plazo, es la de educar las nuevas generaciones a través de campañas masivas en los medios de comunicación, extendidas a los planteles educativos, colegios, universidades e instituciones públicas y privadas, cuya misión sea la de concientizar el autocontrol en la cantidad de consumo en la bebida, desprogramando la actual creencia popular de que solamente se es feliz gracias al alcohol, y nosotros mismos dar ejemplo de responsabilidad y compromiso frente a las bebidas embriagantes a nuestro entorno social y familiar, solo así lograremos una Colombia menos consumidora y más madura.

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