Enigmático: La sabiduría del chamán



Fotografía: Armando Martí


Por: Armando Martí 

La Madre Tierra ha sustentado no sólo la vida también las creencias espirituales de la humanidad desde hace más de 40 mil años. Una conexión esencial entre la naturaleza, el hombre y el cosmos. Los elegidos para resguardar este conocimiento ancestral y sagrado, son conocidos como chamanes personas muy especiales que a través de métodos de meditación, oración, contemplación, ayuno, abstinencia sexual, cantos, bailes, ceremonias y rituales, han logrado desarrollar una comunicación trascendente con todos los elementos del planeta.

La tradición chamánica, se desarrolló como un sistema de ideas entre la totalidad (armonía y dualidad), la energía (fuerza central que regula el cosmos), la sacralidad (fuerza proveniente del cosmos) y el sentido comunitario de la vida, es decir el vínculo entre el supramundo, el mundo del medio y el submundo, expresado a través de espacios de poder como templos, lagunas y montañas, así como también en animales de poder como el jaguar, las aves, las serpientes y plantas medicinales usadas en curaciones, para sensibilizar el cuerpo y despertar los sentidos hacia nuevas dimensiones.

Para ser un chamán, guardián y guía del espíritu, primero se inicia desde muy joven siguiendo el legado ancestral, buscando las enseñanzas en varios ancianos, abuelos o taitas de la tribu hasta convertirse en curandero especialista en tratar los males a nivel físico, emocional y mental, para después ascender a un autentico médico tradicional que ha expandido su cuerpo, con una visión más integral y natural, detectando, diagnosticando y tratando algunas enfermedades que aquejan a las personas. Una vez culminado este camino, el chamán se convierte en un puente entre varias realidades alternativas, un maestro encomendado según su linaje a mantener el equilibrio en la Tierra para su progreso espiritual.

El chamán es un visionario que busca el crecimiento de la autoconsciencia. Estas creencias aparentemente mágicas han sido depositadas en textos, códigos, símbolos y significados, que se utilizan para producir cambios en el cuerpo y la psiquis (alma) del individuo, desde una perspectiva atemporal, donde confluyen el orden y el desorden, la sensación del todo y para todos, por medio de viajes psíquicos a través de ceremonias donde se ingieren bebidas de plantas sagradas como el ayahuasca y el yagé, iluminando la realidad cotidiana y accediendo a otra temporalidad entre lo ilógico, irracional e irreal hasta llegar a lo racional, lógico, concreto y real. Una especie de insight (pensamientos intuitivos), que revelan las más profundas experiencias inconscientes, habilitando cambios interiores para una mejor vida, sin el peso de la simulación o el desconocimiento de sí mismo.

Es muy importante comprender, que estas tomas de yagé deben ser únicamente suministradas y acompañadas por auténticos chamanes de linaje ancestral, pues ellos son los únicos que conocen los portales para acceder a niveles vibracionales superiores. Cuando de forma irresponsable y sin el camino del verdadero ritual se efectúan estas “pseudo-ceremonias”, se corre el riesgo de desequilibrar irreversiblemente el sistema nervioso y en el peor de los casos incluso causar la muerte.

Otro sendero de poder sagrado es la danza, para alcanzar la unión con la naturaleza y activar las capacidades luminosas de la voz medicinal del alma, con el fin de empezar a crear un mundo más cooperativo basado en valores sostenibles en el tiempo. Los movimientos del cuerpo ayudan al viaje de trance, descubriendo qué aspectos son necesarios sanar y los limitantes del propósito existencial, elevando rezos de paz y amor, para aceptar la totalidad del ser habilitando una relación entre la naturaleza equilibrada, consciente y respetuosa.



Uno de los pioneros en integrar el conocimiento de occidente específicamente la neurociencia con la medicina ancestral en una corriente conocida como neo-chamanismo, es el Dr. Alberto Villoldo, un psicólogo Ph.D y antropólogo médico, quien convivió durante años con comunidades indígenas y amazónicas del Perú, aprendiendo junto con sus maestros la importancia de sanar la energía del hombre, alcanzando una versión más sana, sobria y lúcida, por medio de la Rueda Medicinal, es decir siguiendo cuatro caminos conocidos como: el Sendero del Sur, donde se aprende a dejar atrás la historia personal, desechando como una serpiente su vieja piel para conocer al ser esencial, seguido del Guerrero en el Oeste (jaguar), que reconoce las energías ajenas como el miedo, la pena, la soberbia, la culpa y la vergüenza, que lo mantienen en situaciones y relaciones tóxicas. Posteriormente, se llega al Maestro en el Norte (colibrí), descubriendo las heridas originales y los contratos que ha realizado el alma que impiden la realización integral; por último, el Visionario del Este (águila), es la cúspide de la consciencia que permite observar más allá de lo aparente para sumergirse en el mundo sutil de la verdad personal.

Por mi parte, he tenido la oportunidad de convivir y aprender directamente de grandes sabios abuelos de diferentes tribus en Colombia, como el Taita Marcelino Chindoy, médico ancestral y alguacil de la tribu Kamentsa del alto Putumayo, que me transmitió parte de su conocimiento para abrir mis canales de consciencia, luz y sabiduría, con el fin de complementar mi cosmovisión de la existencia, aceptando todavía más la perfección de la creación. Nuestro país, tiene la fortuna de contar con diversas tribus indígenas como los Kogi (Guajira), Wayuu (Guajira), Arhuaco (Cesar), Ticuna (Amazonas), entre muchas otras, que guardan un invaluable conocimiento milenario.


Es así como el chamanismo, nos acerca a los orígenes esenciales que habitan en cada uno de nosotros, ese Eterno Presente que evoluciona constantemente desde la integración de los elementos vivos, el respeto con los demás seres y la armoniosa convivencia con el entorno. Una vez más, nuestras raíces indígenas nos recuerdan la importancia de aprender a escuchar el llamado interior del alma, que pide trascender más allá del poder, la acumulación material, el reconocimiento social y la fama. Somos todos hermanos, unidos por un lazo sagrado del Creador, gestados en las aguas cálidas y fértiles de la Pachamama, llamados a la consciencia superior de coexistir sincronizados desde nuestra propia divinidad.  




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